Durante dos semanas, los trabajadores de EsSalud suspendieron la atención presuntamente en nombre de la autonomía financiera, mejoras en el servicio a los asegurados y la defensa institucional. Sin embargo, la huelga no se levantó cuando el Congreso excluyó al Seguro Social del polémico Decreto Legislativo N° 1666, sino recién cuando apareció sobre la mesa la promesa de bonos económicos para los servidores de salud. Es decir, lo que se vendió como una defensa de la salud pública terminó dejando la impresión de que, en el fondo, todo fue por plata.
Todo fue por plata

El núcleo inicial de la manifestación sindical había sido la exigencia de mayor autonomía financiera para EsSalud y el retiro del Decreto Legislativo N.° 1666. Al cual los gremios atribuían la intromisión injustificada del Ejecutivo en la gestión presupuestal. En el comunicado oficial del Sindicato Médico (SINAMSSOP) se recalcaba que dicho decreto “vulneraba principios fundamentales, debilitaba la autonomía institucional y ponía en riesgo la adecuada atención de millones de asegurados”.
El 17 de septiembre, el Pleno del Congreso excluyó a EsSalud del alcance del Decreto Legislativo en mención. Esto se celebró como una victoria gremial. Sin embargo, una vez obtenida esa exclusión, los trabajadores también aceptaron la oferta de “asignación por cumplimiento de actividades e indicadores de desempeño” a partir de 2026. Un bono que no figuraba entre los puntos centrales de la huelga.
El propio presidente del Cuerpo Médico del Hospital Carlos Alberto Seguím Escobedo, Gustavo Ortega, reconoció que, si bien el retiro del decreto fue un logro importante, los gremios también se beneficiaron con los bonos. Su declaración refuerza la impresión de que la protesta también estaba encaminada a conseguir beneficios económicos para ellos mismos.
La huelga no sólo paralizó la atención en hospitales y centros médicos de todo el país, sino que además dejó miles de consultas externas, operaciones programadas y pruebas de laboratorio suspendidas. Los pacientes, ahora, esperan una reprogramación que, según Ortega, debe darse durante los próximos días. Aunque no acepta la responsabilidad de los trabajadores por la postergación de estas atenciones.
“No nos compete a nosotros reprogramar las citas porque nuestra labor es asistencial, eso le toca al área administrativa y lo tiene que hacer de la manera más ordenada, prioritaria y en el menor tiempo posible”, declaró Ortega a Revelación.pe. La afirmación resulta contradictoria, pues la postergación de las citas fue consecuencia directa de la paralización que ellos mismos promovieron.
Graves consecuencias

El impacto fue severo. Durante dos semanas, médicos, enfermeras, obstetras y tecnólogos médicos dejaron en pausa el funcionamiento regular de EsSalud en todas las regiones. El propio Estado declaró ilegal la huelga, y el Ministerio de Trabajo advirtió con sanciones y descuentos al personal que no retomara funciones. Aunque esa presión tampoco logró quebrar la medida en su momento.
En paralelo, el presidente ejecutivo de EsSalud, Segundo Acho Mego, reveló que la propuesta de un bono por desempeño ya había sido presentada desde el inicio de las negociaciones, pero los sindicatos la rechazaron. “La asignación de productividad responde a la lógica de la meritocracia: trabajas, cumples metas y recibes un pago adicional”, explicó. El entrampamiento surgió porque los sindicatos exigían que ese incentivo alcanzara también a trabajadores con vacaciones o licencias, condición que la alta dirección consideraba inviable.
Salieron beneficiados
El acuerdo final firmado con los gremios incluye además compromisos de sostenibilidad financiera, fortalecimiento institucional, concursos de jefaturas, contratación de nuevos profesionales y diseño de una nueva política remunerativa. EsSalud sostuvo que siempre estuvo dispuesto al diálogo “constructivo, alturado y respetuoso”. Además, que el objetivo central sigue siendo mejorar la atención a más de 12 millones de asegurados en el país.
No obstante, la realidad es clara: la huelga quedó suspendida en cuanto el incentivo económico se convirtió en el elemento decisivo. En términos prácticos, la presión gremial funcionó para consolidar una ganancia directa para los trabajadores, más allá de la narrativa inicial de defensa de principios institucionales.
Desde una perspectiva crítica, este desenlace debilita la legitimidad del discurso sindical en EsSalud. Lo que se presentó como una lucha por la autonomía financiera terminó convertido en una negociación para obtener un beneficio económico. El ciudadano común, que sostiene EsSalud con sus aportes, se pregunta si en adelante el sistema será más vulnerable a huelgas utilizadas como mecanismo de presión para conseguir bonos.
Doble discurso
La exclusión del Decreto Legislativo N° 1666 fue sin duda un triunfo en términos de gestión, pero lo que marcó el final del conflicto fue la aceptación de incentivos. Los gremios insisten en que no se trató de una pretensión económica, sino de un convenio colectivo que ya existía. Pero la coincidencia temporal con el levantamiento de la huelga deja abierta la sospecha de prioridades.
“Hemos hecho una suspensión temporal de la huelga basada en la firme decisión de empezar a tener equipos gestores que permitan mejorar la atención de los asegurados. Nosotros no hemos presentado ninguna pretensión económica, es parte de un convenio colectivo que ya existía pero que no era el punto central de la lucha. Nuestro eje principal ya fue logrado de allí venían los otros puntos. Nosotros no pusimos en el tapete la posibilidad de obtener una remuneración, no ha sido parte de nuestra negociación pero hubo esa opción”, añadió Ortega.
Mientras tanto, miles de asegurados quedaron en el limbo por las citas y procedimientos perdidos. Gustavo Ortega declaró que todavía están en reuniones de coordinación para definir plazos y que la suspensión es “temporal”. Pero no dio mayores certezas sobre cuándo los pacientes recuperarán sus atenciones pendientes.