Estados Unidos reforzó su presencia militar en el Caribe con el despliegue de cazas F-35B Lightning II en Puerto Rico, una maniobra que busca intensificar la ofensiva contra el narcotráfico en la región. El Departamento de Defensa explicó que los carteles han causado “devastadoras consecuencias durante décadas”. Mientras el régimen de Nicolás Maduro denunció la operación como una amenaza.
Los F-35B, pertenecientes al Escuadrón de Ataque de la Infantería de Marina 225, ya operan desde el aeropuerto regional José Aponte de la Torre, en Ceiba. Este es un antiguo emplazamiento militar estadounidense en la isla. Su capacidad de despegue corto y aterrizaje vertical les permite adaptarse a operaciones tanto en tierra como en buques al sur del Caribe. Medios locales reportaron la llegada de al menos cinco aeronaves, aunque fuentes militares señalan que podrían ser hasta diez.
La ofensiva responde a los anuncios recientes de la administración Trump, que destacó la destrucción de una tercera lancha cargada con drogas y tripulada por “narcoterroristas” venezolanos. Paralelamente, Venezuela respondió con ejercicios militares en la isla de La Orchila. Y de paso acusó a Washington de escalar tensiones regionales bajo el pretexto de la lucha antidrogas.
La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, respaldó la estrategia de la Casa Blanca y agradeció el apoyo de Donald Trump. Recalcó que la isla se consolida como “frontera estratégica” de EEUU en el Caribe y afirmó que el operativo permitirá combatir el narcotráfico “de raíz, atacando el origen de la droga”. En su mensaje, subrayó sentirse orgullosa de que Puerto Rico contribuya directamente a la seguridad nacional.
El despliegue incluye no solo los cazas de última generación, sino también buques de la Armada estadounidense que patrullan la zona. Aunque el Pentágono no precisó cuáles serán los próximos pasos, dejó claro que el operativo busca cortar las rutas del narcotráfico en América Latina. Además de enviar un mensaje de presión directa al régimen de Nicolás Maduro, acusado por Washington de ser parte de un “régimen narcoterrorista”.
