Cédula electoral 2026 será la más grande de la historia del Perú

Por Sergio Mostajo C. Periodista

El 12 de octubre del 2026, día fijado para las elecciones generales, votaremos 27 millones de electores que radicamos en el Perú y se estima que 3 millones y medio de peruanos harán lo mismo fuera del país. Entregaremos nuestro destino por los próximos 5 años a quienes resulten elegidos.

Lo haremos en una elección inédita, nunca antes vista en el Perú y me atrevería a decir, en el mundo; producto de las reformas implementadas en los últimos años. Reformas que han “parido” ENGENDROS ELECTORALES que, el sentido común me dice, NOS LLEVARÁN A UN DESASTRE. Y no aguardo nada bueno de ese proceso, lamentablemente.

Nos obligarán y conducirán de las narices a los locales de votación para elegir a una fórmula presidencial, 60 senadores, 130 diputados y 5 parlamentarios andinos de un universo de ¡¡10 mil candidatos!!. Sí, ese es el número de personas que se presentarán y pretenden llegar a esos cargos. Representan a 39 partidos inscritos, hasta ahora, en el registro de organizaciones políticas – ROP – del Jurado Nacional de Elecciones – JNE.

Lamento admitirlo, pero en nuestro país es más fácil ser presidente que taxista. Solo se necesita ser peruano de nacimiento, tener más de 35 años y derecho de sufragio. Nada más. En cambio, para ser taxista, dependiendo de la empresa, exigen certificados negativos de antecedentes penales y judiciales, licencia de conducir AII, experiencia laboral, recomendaciones, examen psicológico, idiomas, SETARE, casa propia, garantías y un sinfín de requisitos más.

A estas alturas y con ese número descomunal de candidatos pregunto: ¿Tanta vocación de servicio hay en nuestro país?, ¿tanto altruismo?, ¿tanto desprendimiento?, ¿tanto sacrificio? No, no y no. Salvo contadas excepciones, lo que hay es un afán desmedido de llegar a esos cargos para saborear las mieles del poder, para sacar leyes que beneficien a parientes, amigos y a organizaciones criminales, para medrar del erario y hacerse ricos. Y también hay quienes quieren destruir nuestra endeble democracia e instaurar gobiernos dictatoriales.

Para nadie es un secreto que los llamados “partidos políticos”, salvo contadas excepciones, son vientres de alquiler que ofertan cargos al mejor postor. No les interesa la meritocracia ni los antecedentes de los postulantes; se impone el ¿quién da más? por el primer, segundo o tercer lugar en sus listas. ¡Ah! Y si por azar del destino llegan al poder, las ganancias se quintuplican.

A este sombrío panorama hay que sumarle el financiamiento que reciben, porque no basta con lo que pagan los candidatos, se necesitan millones para la campaña. Ahí entra el dinero mal habido del narcotráfico, de la minería ilegal, del contrabando, de la trata de personas; en resumen, de organizaciones criminales interesadas en penetrar las altas esferas del poder para ganar impunidad.

Vistas así las cosas solo nos queda hacer un esfuerzo sobrehumano para elegir bien. Debemos tener en cuenta que de eso dependen nuestras familias y el destino del país.