Oswaldo Calle Talavera. Analista Político
Tomás Gutiérrez, coronel militar en compañía de sus hermanos, da un golpe de estado al presidente José Balta y lo matan, poco antes se habían realizado las elecciones y el civil Manuel Pardo había ganado y asumía en agosto de 1872. Era el primer no militar que sería presidente constitucional del Perú en elecciones libres con un partido político civil y en una campaña que fue cerrada en un mitin con 14 mil personas, increíble para esa época.
La población enardecida buscó a uno de los Gutiérrez y los ajustició por mano propia. Un hermano terminó colgado en un campanario, otro muerto y llevado al Callao. El que se autodenominó presidente, Manuel Gutiérrez, fue reconocido y asesinado cuando caminaba por el jirón De La Unión tratando de esconderse y confundirse con la gente. Lo mataron y un poblador con un cuchillo le hizo cortes en el pecho en representación de una banda presidencial. Gutiérrez fue colgado en unos maderos que estaban por la refacción de la catedral, trajeron a su otro hermano que estaba colgado en otra iglesia, lo colgaron al lado suyo y a su otro hermano desde el Callao. A los hermanos Gutiérrez colgados los dejaron caer desde lo alto estrellándose sus cuerpos destrozados contra las baldosas y junto al tercer hermano los quemaron en una hoguera gigante que hicieron en la plaza de armas un 27 de julio; un día después, el 28, el Perú celebraba sus fiestas patrias de manera distinta y el presidente Manuel Pardo entró a la ciudad y dijo: «habéis realizado una obra terrible, pero una obra de justicia…»
Hoy, 153 años después, la política tiene otros métodos, los medios ayudan a que no sea tan física pero si mucho más violenta y masiva en sus discursos y propósitos. Hemos olvidado que el adversario también es un peruano y que tiene derecho a disentir. El insulto y la vejación se ha normalizado y se ha instaurado la costumbre de la adjetivación y de muletillas que intentan calar en la mente del votante. No para ganar votos en el convencimiento y seducción de ideas con discurso político propositivo, sino, con la desautorización del oponente, la ridiculización y denostación del que no piensa Igual y/o que tiene otro color de camiseta.
Imitas mal Perú, así como en el país del tango se repitió mucho la palabra «casta», «Kukas» entre otras y no hubo medición para el uso de la palabra altisonante, el insulto y se ganó; así como en el país de las 50 estrellas, el que hoy es presidente le dijo a su contrincante Kamala Harris: «you’re a shit vice president» y mencionó que: «Biden se volvió un discapacitado mental y Kamala nació así, es una estúpida»; o así como Maduro llamaba «malparidos y nazis fascistas» a quien no pensaba a como él; él Perú se alista para recibir el peor lenguaje de los postulantes de quienes se debería esperar un poco más. No se verá una cita literaria, ni de un autor político de ideología histórica, o habrá discursos ordenados o palabras que seduzcan, tendremos más de la última campaña, pero esta vez potenciado, vulgar, áspero y grosero.
Prepárate país, si no piensas como un sector serás «Fujimorista» o facho, y si estás en la orilla de enfrente podrás repetir «caviar, caviares» hasta el hartazgo y señalar de «proterrucos» a todos los que argumenten una posición contraria.
Acomodemos los sillones y los celulares, que se verá el lenguaje más procaz, obsceno, indecoroso y chabacano con la excusa del «yo soy así y quiero ganar».