La noche del jueves 4 de septiembre, Trujillo volvió a vivir escenas de terror cuando una fuerte explosión interrumpió la tranquilidad en la urbanización Las Quintanas. El estallido, ocurrido cerca de las 10:45 p.m. en la calle Lizarzaburu, frente al parque Perpetuo Socorro, dañó varias viviendas y vehículos en la zona. Aunque no se reportaron víctimas mortales, la onda expansiva provocó un pánico colectivo que se extendió hasta distritos vecinos y encendió nuevamente las alarmas sobre la violencia ligada al crimen organizado.
El estallido obligó a las familias a abandonar sus casas en medio de la noche, cargando hijos y lo poco que podían sacar en segundos. Los relatos de los vecinos dan cuenta de un temor que se ha vuelto cotidiano. “Ya no podemos sentirnos seguros ni en nuestras propias casas”, expresó una vecina con indignación. Otros moradores señalaron que la vivienda atacada había sido ocupada en el pasado por personas vinculadas a la minería ilegal. Además, solía recibir visitas en vehículos de lujo, lo que despertaba sospechas en el barrio. Bomberos, policías y brigadas médicas llegaron rápidamente, mientras Defensa Civil evaluaba los daños estructurales.
La magnitud de la detonación se sintió en varios distritos de Trujillo, como La Esperanza, Moche, Florencia de Mora y Huanchaco. Donde vecinos reportaron haber escuchado el estruendo. Cámaras de seguridad registraron a un sujeto corriendo segundos antes del estallido, lo que permitió a la Policía detener a dos sospechosos a pocas cuadras del lugar. Entre las viviendas más afectadas se encuentra la del número 730 de la calle Lizarzaburu, cuya cochera y ventanas quedaron destruidas. Un automóvil estacionado también sufrió daños graves, y una adulta mayor fue atendida preventivamente por médicos del SAMU.
Las denuncias de los residentes apuntan a que la casa atacada era escenario de fiestas y carreras de autos. “Venían en carros lujosos, hacían piques y no dejaban dormir”, relató un vecino, convencido de que detrás de esos movimientos hay conexiones con organizaciones criminales. La Policía no descarta que el ataque sea un ajuste de cuentas relacionado con disputas de la minería ilegal. Un fenómeno que ha cobrado fuerza en la región La Libertad y que cada vez tiene más tentáculos en áreas urbanas como Trujillo.
Este nuevo atentado se suma a una cadena de explosiones registradas en los últimos meses, la más reciente en la avenida Perú. La violencia en la región recuerda a episodios de décadas pasadas, cuando el terrorismo sembraba miedo en las calles. Hoy, la amenaza proviene de mafias que disputan territorios en la sierra de Pataz. Zona donde la minería ilegal mueve millones y alimenta un circuito de lavado de activos, extorsión y tráfico de armas. Ese poder económico criminal se ha expandido hacia ciudades como Trujillo, generando un escenario donde la población civil se convierte en víctima directa de la violencia organizada.