Esferas restauradoras reactivan bosques arrasados en Amazonía

La Amazonía peruana empieza a renacer tras los incendios forestales que en 2024 dejaron miles de hectáreas reducidas a cenizas. El Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) desplegó una estrategia inédita: más de 2,1 millones de esferas restauradoras cargadas con semillas nativas, que ya cubren 618 hectáreas en cinco regiones. Con tasas de germinación que alcanzan hasta 63 %, la iniciativa se convierte en una esperanza concreta para devolver la vida a los bosques degradados.

En Ucayali, la intervención empezó en la Comunidad Nativa Puerto Firmeza, donde se distribuyeron cerca de 878 mil esferas con semillas de bolaina blanca. El efecto fue inmediato: las plántulas no solo comenzaron a germinar, sino que consolidaron una cobertura inicial del suelo. Esto es clave para frenar la erosión y crear condiciones para que la biodiversidad vuelva a instalarse.

La experiencia se replicó en siete provincias de San Martín y en la provincia de Alto Amazonas, en Loreto. En estas zonas se dispersaron alrededor de 1,3 millones de esferas adicionales que cubrieron 429 hectáreas devastadas. Los reportes técnicos muestran resultados consistentes, pues de cada 2 500 esferas lanzadas por hectárea, entre 1 000 y 1 500 germinaron. Esto es un rendimiento que superó las expectativas iniciales.

El balance por especie revela también lecciones valiosas. La bolaina blanca alcanzó el mayor porcentaje de germinación con 63 %, seguida por la shaina y la quillosisa con 56 % y 55 %, respectivamente. En contraste, la yanabara registró apenas un 42 %. Sin embargo, no todas las plántulas lograron sobrevivir: la bolaina y la shaina mostraron mayor resistencia, con tasas de supervivencia cercanas al 50 %, mientras que la quillosisa y la yanabara apenas superaron el 24 %.

Con estos resultados, el IIAP decidió redoblar esfuerzos: se duplicará la cantidad de esferas por hectárea, pasando de 2 500 a 5 000. El objetivo es acelerar la recuperación, mejorar la supervivencia de las especies y permitir que los servicios ambientales, así como la fauna, se restablezcan en menor tiempo. Esta tecnología, probada en condiciones extremas, se perfila ahora como una herramienta clave para enfrentar los efectos de los incendios en la Amazonía.