Por Augusto Santillana. Abogado y analista político
Es reconocido en el Perú nuestras cualidades para el emprendedurismo. Somos emprendedores más por necesidad que por vocación. También es conocido, que los que realizan una actividad económica propia, prefieren desenvolverse en la informalidad. Los llamados informales no esperan nada del Estado. Si se ponen mal, van a un consultorio privado o van a una clínica y envían a sus hijos a un colegio privado. Ellos, mismos se compran un lote y van construyendo su casa. Se compran su carro, no esperan ninguna subvención para el combustible.
Con la actividad económica que realizan, contribuyen a generar un dinamismo económico que se traduce en dar trabajo e incrementar el intercambio de bienes y servicios. Es cierto, al no ser formales, limitan su crecimiento y se exponen a algunos riesgos. Pero el Estado no es un buen socio que les estimule a la formalidad. En un artículo anterior, analizábamos la nueva Ley PYME, y cuestionábamos que no se dicten medidas necesarias en bien del empresario informal. Los intereses bancarios son muy altos para las Pymes, no hay un acompañamiento en los primeros años de existencia de las pymes, no hay periodos de gracia para la tributación y pago de impuestos.
Pero también está el sector formal del empresariado. Las medianas y grandes empresas que ya se han consolidado en el mercado nacional e internacional en diferentes giros y especialidades. Que tributan pero generan empleo y mueven la economía. Lo único que les interesa es que haya una estabilidad económica. Que el dólar no se dispare. Que haya más tratados de libre comercio con el mundo globalizado para que sus productos y servicios sean competitivos. Como lo dice la Constitución, el Estado debe garantizar una economía social de mercado, un pluralismo económico, la libre competencia y la libertad de contratar. Asegurando la igualdad y seguridad jurídica para promover las inversiones a gran escala. Sabemos que Perú es líder regional en política cambiaria gracias a la buena dirección del BCRP. A diferencia de economías como Colombia, Chile, México o Brasil, los destinos para Perú se inclinan hacia el crecimiento económico.
Frente a ello, preguntamos a los que generan capital, trabajo e impulsan el crecimiento económico, tanto desde el sector formal como informal, ¿les interesa la coyuntura política? Y la respuesta es que no les interesa o muy poco. Ambas se mueven en cuerda separada, es decir, cada uno tiene su carril aparte y el sector económico-empresarial hace su “chamba” sin prestarle interés a las peleas y enfrentamientos que hay entre el Ministerio Público y el Ejecutivo aunado al Congreso.
Poco les interesa que los llamados “cuellos Blancos” estén resurgiendo. O, que Santiváñez, sea de nuevo ministro con el rosario de denuncias por corrupción que arrastra consigo. Nos avenimos a un proceso electoral muy próximo y el sector productivo, poco le interesa o no tiene el tiempo para informarse. “El 90% de la población arequipeña evidencia un desinterés por la política del país. Solo el 17% de la población se considera bien informado en temas de política”. Así lo expuso la Asociación Civil Labor para el Desarrollo en su presentación de la “Agenda Regional para enfrentar la crisis política” documento elaborado por el Grupo Impulsor Arequipa (GIA). Con ello, se refleja la desconexión de la clase política con la ciudadanía, expresadas en deficientes servicios como salud, educación, transporte, seguridad, “Si el servicio público no es bien atendido, la población opta por irse al sector privado”.
Es por eso, que en la región, somos catalogados como un país “anarcocapitalista”, es decir, que sin el Estado y sus políticos, estamos bien. No necesitamos del Estado. La economía por un lado y la política por el otro; separados está bien. Quizá, muchos de los emprendedores y empresarios formales, no lo saben o no lo perciben así. Pero, esa es la definición en la que calzamos. No nos interesa quién gobierne. Solo vamos a votar y decidimos el voto en la fila. Y los hacemos solo porque el voto es obligatorio. Y esto, es peligroso, pues dejamos el campo libre para los oportunistas y aventureros de la política que copan el Estado pero para sus fines.
Producto de ese desinterés son los Acuña, los Luna, los Cerrón, los Humala. Y al no interesarnos, le seguimos el juego. ¿Acaso no es importante quién gobierna ahora que la seguridad ciudadana está en crisis? Es vital informarse y que los medios de comunicación sean plurales e informen con objetividad. Es necesario que los jóvenes se interesen y participen en política. Porque está de por medio nuestro futuro como país y la democracia es justamente conocer sus problemas y participar en sus soluciones. No dejemos el terreno a expensas de los que no quieren al Perú.




