El puerto de Puno atraviesa días de baja actividad. Lo que en febrero eran muelles repletos de turistas nacionales rumbo a las islas del Titicaca, hoy se traduce en un flujo reducido de visitantes. La situación preocupa a los lancheros, quienes advierten que la ausencia de políticas de promoción turística, sumada a la competencia desleal y al temor por bloqueos sociales, está golpeando de lleno a su economía.
Erasmo Coyla, presidente del Gremio de Transporte Acuático del puerto, explicó que ni siquiera la reducción del pasaje a 10 soles ida y vuelta a los Uros logró revertir la tendencia. Asegura que los turistas de agencias continúan llegando en grupos, pero que la verdadera fuente de ingresos proviene de los viajeros nacionales. Estos contratan el servicio de manera directa, un segmento que se ha desplomado.
Entre los factores que agravan la situación, Coyla señaló la competencia desleal de las agencias de turismo. Estas operan con sus propias embarcaciones, sin integrar a los lancheros independientes. A ello se suma la imagen de inestabilidad social que dejan las huelgas y bloqueos en la región, un temor que ahuyenta a visitantes peruanos. A pesar de que el lago Titicaca y sus islas siguen siendo un atractivo seguro y accesible.
Las cifras revelan el contraste: en tiempos de mayor actividad, hasta 20 lanchas zarpaban cada día hacia los Uros. Hoy, apenas se registran entre siete y diez salidas como máximo. Una reducción que, según los lancheros, repercute no solo en ellos, sino en toda la cadena de servicios vinculados al turismo, desde transportistas hasta restaurantes y hospedajes locales.
“Acá se tiene que trabajar para todos, no solo para un sector”, insistió Coyla. El dirigente pidió a las autoridades priorizar una estrategia de promoción integral de Puno, que ponga en valor el potencial cultural, natural y gastronómico de la región. Mientras tanto, los lancheros siguen resistiendo con la esperanza de que la mirada turística vuelva a fijarse en el Titicaca.