En la historia de Arequipa hay errores que, con el tiempo, se transformaron en verdades aparentes. Durante décadas, estos datos imprecisos se transmitieron en libros, actos oficiales e incluso en la memoria colectiva, hasta que el trabajo de historiadores como, Helard Fuentes Rueda, permitió cuestionarlos y corregirlos.
Uno de sus aportes más significativos fue precisar el verdadero nombre del fundador de la ciudad y desmontar otros mitos en torno a su fundación en 1540.
Durante mucho tiempo, se creyó que el fundador se llamaba Garcí Manuel de Carbajal. Incluso, una calle del barrio IV Centenario lleva ese nombre.
Algunos, más osados, invirtieron el orden y comenzaron a llamarlo Manuel Garcí de Carvajal.
Sin embargo, la investigación de Fuentes Rueda demostró que ambas versiones son incorrectas: el verdadero nombre es: García Manuel de Carvajal.
“En esa época era común que una persona tuviera García como nombre, no como apellido.
Además, Carvajal se escribe con ‘v’ y no con ‘b’”, explica el historiador.
El error, asegura, tiene su origen en el acta de fundación de Arequipa que se lee cada 15 de agosto en las sesiones solemnes por el aniversario de la ciudad.
Ese documento no es el original, sino una copia elaborada por un escribano en un momento indeterminado, posiblemente cuando parte del acta original ya estaba destruida.
En esa copia, el nombre aparece como Garcí Manuel de Carbajal.
Pero la prueba definitiva se encuentra en el Protocolo Notarial de Alonso de Luque, un voluminoso registro que conserva los actos notariales realizados entre 1539 y 1544.
Allí figuran varios documentos firmados de puño y letra por el propio fundador, siempre como García Manuel de Carvajal.
“Al tratarse de documentos originales y autógrafos, no hay duda de que ese es su verdadero nombre”, sostiene Fuentes Rueda.
El protocolo de Alonso de Luque, custodiado en la Biblioteca Municipal de Arequipa, es una fuente invaluable para conocer los primeros años de la ciudad.
En sus páginas se registran, por ejemplo, transacciones como la compra de esclavos realizada por el propio García Manuel de Carvajal, contratos, ventas de tierras y otros actos jurídicos que muestran cómo se fue organizando la vida en la naciente urbe.
Fuentes Rueda ha dedicado buena parte de su carrera a estudiar este documento. Fruto de ese trabajo es el libro: “Historia inicial de Arequipa: el quehacer de la ciudad y el extremo sur de América desde el protocolo de Alonso de Luque 1539 – 1544”, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Católica de Santa María.
En él, después de un minucioso trabajo de paleografía, pone al alcance de los lectores todos esos registros, permitiendo comprender cómo se desarrolló Arequipa en sus primeros años.
Otra mentira histórica
Otro de los errores o mentiras históricas más repetidas es que Arequipa fue fundada en el barrio de San Lázaro. Esta versión, presente en algunas guías turísticas y discursos oficiales, ha persistido con fuerza, pero no tiene sustento documental.
La evidencia hallada por Fuentes Rueda en el protocolo notarial es clara: la fundación se realizó en el mismo cuadrante donde hoy se levanta la Plaza de Armas.
Desde ese punto, los españoles comenzaron a trazar la ciudad, estableciendo el damero que hasta hoy caracteriza al centro histórico.
Se estima que unos 90 españoles participaron en el acto fundacional, y todos ellos firmaron documentos en los que consta su presencia.
Estas firmas, conservadas en el protocolo, son prueba irrefutable del verdadero lugar donde se fundó la ciudad.
Por ello, cada vez que alguien afirme que Arequipa nació en San Lázaro, el historiador sugiere corregirlo. “Es deber de todo arequipeño o de cualquier persona informada explicar que eso es un error histórico: Arequipa se fundó en su actual Plaza de Armas”, enfatiza.
Entre la costumbre y la verdad
Corregir una costumbre arraigada no es tarea sencilla. El nombre mal escrito del fundador sigue presente en placas, calles y libros escolares. El mito del barrio de San Lázaro persiste en discursos y en la narrativa turística.
Sin embargo, como recuerda, Fuentes Rueda, la historia está hecha para ser revisada, y la verdad siempre merece ser contada, incluso si contradice lo que por años dimos por cierto.
Los documentos originales, firmados hace casi cinco siglos, están allí para respaldarlo. Basta leerlos para descubrir que la Arequipa que creemos conocer todavía guarda secretos, y que su verdadera historia no siempre coincide con la versión oficial que aprendimos en la escuela.