EE. UU. sanciona a funcionarios de Cuba, Brasil, Granada y África

Estados Unidos encendió un nuevo frente diplomático contra el régimen cubano al anunciar restricciones de visado para funcionarios de Cuba, Brasil, Granada y naciones africanas, acusándolos de facilitar misiones médicas que, según Washington, funcionan como un esquema de trabajo forzoso. Las sanciones, encabezadas por el secretario de Estado Marco Rubio, alcanzan también a familiares de los señalados y buscan presionar a los países contratantes para que rompan con el modelo.

El golpe más visible lo recibieron los exfuncionarios brasileños Mozart Julio Tabosa Sales y Alberto Kleiman, identificados como piezas clave en la puesta en marcha del programa Mais Médicos cuando integraban el Ministerio de Salud de Brasil. Según el Departamento de Estado, el plan, diseñado para llevar médicos a zonas alejadas, terminó convirtiéndose en un mecanismo para que La Habana obtuviera divisas reteniendo la mayor parte del pago a sus profesionales.

Rubio, de ascendencia cubana, no ahorró calificativos. Denunció que el régimen de Miguel Díaz-Canel “alquila” a su personal sanitario, cobra precios altos a los países anfitriones y entrega solo una fracción de lo recaudado a los médicos. “Este esquema enriquece a un gobierno corrupto mientras priva al pueblo cubano de atención médica esencial”, afirmó, exhortando a que el dinero vaya directamente a los profesionales.

La ofensiva forma parte de una estrategia más amplia de Washington para aislar económicamente a La Habana. En lo que va del año, ya impuso sanciones contra funcionarios cubanos, centroamericanos y de la Organización Panamericana de la Salud implicados en la contratación de brigadas médicas. En julio, la Casa Blanca dio un paso inédito: sancionó personalmente a Díaz-Canel por violaciones graves a los derechos humanos.

Desde La Habana, la respuesta llegó con rapidez. El canciller Bruno Rodríguez acusó a Estados Unidos de “imposición y agresión” y prometió que las brigadas médicas seguirán operando como símbolo de cooperación y solidaridad. Sin embargo, para los críticos, el pulso no es por la medicina, sino por el control político y financiero que el modelo otorga al régimen cubano. Mientras tanto, Granada y los países africanos implicados guardan silencio, midiendo el costo de alinearse o desafiar la presión estadounidense.