La sequía no es solo un fenómeno natural en Majes, sino también una crisis de gestión y representación. Con siete cortes consecutivos de agua en 2025, los agricultores no solo pierden cultivos, sino la confianza en sus directivos. La Junta de Usuarios Pampa de Majes (JUPM), encabezada por Fernando Olazabal, no ha reclamado la reposición obligatoria del agua cortada, dejando al campo sin protección y a los productores al borde del colapso económico y social.
Los agricultores de Majes están al límite. En medio de un contexto donde el agua es vida, la séptima suspensión del suministro hídrico en lo que va del año golpea con fuerza a quienes dependen de ella para cultivar. Más allá de la sequía y las necesidades técnicas para el mantenimiento del túnel Terminal, el conflicto se agrava por la falta de liderazgo y reclamo firme de la JUPM. El silencio de sus directivos, quienes deberían defender los derechos de los usuarios, ha dejado a miles sin la compensación de agua que les corresponde por ley. Algo que se traduce en daños irreparables para sus tierras y bolsillos.
Esta crisis destapa la frágil relación entre los agricultores y sus representantes. Usuarios consultados no ocultan su descontento con Fernando Olazabal y su equipo, acusándolos de inacción y falta de transparencia. El daño no es solo técnico, sino político: una directiva que parece más preocupada por justificarse ante la opinión pública que por garantizar la distribución equitativa del recurso hídrico. Las fotos de cultivos de alcachofa marchitos y campos secos son el testimonio silencioso de esta gestión cuestionada.
Mientras tanto, la Autoridad Autónoma de Majes (Autodema) cumple con su programa de mantenimiento, pero lo hace sin el control riguroso ni la presión necesaria para que la JUPM exija la reposición del caudal suspendido. La falta de coordinación y de una voz fuerte en defensa de los agricultores genera un efecto dominó: riego insuficiente, quejas sin respuestas, pérdidas millonarias y un sector agrícola que se tambalea ante la indiferencia de sus líderes.
El futuro del agua en Majes y, con ello, de su agricultura, depende ahora más que nunca de la reacción colectiva. Los agricultores exigen elecciones transparentes y directivas que asuman responsabilidades reales, porque cada corte no solo seca la tierra, sino también la esperanza de un sector vital para Arequipa y el país.