La noche del 10 de agosto se tiñó de luto en la provincia puneña de Sandia. Un bus interprovincial que cubría la ruta Juliaca–San Pedro de Putina Punco cayó a un abismo de 50 metros cerca de Wayllabamba, dejando un saldo de 10 personas fallecidas y 38 heridas. Entre las víctimas hay menores de edad, docentes y trabajadores del sector público que regresaban a sus comunidades. Las labores de rescate se desarrollaron en un escenario de geografía agreste y escasa iluminación, lo que dificultó el auxilio inmediato.
El accidente ocurrió en un tramo sinuoso de la carretera entre Alto Inambari y Sandia, una zona conocida por su difícil acceso y curvas pronunciadas. La Policía Nacional llegó al lugar y, junto a vecinos de la zona, inició el rescate de los pasajeros atrapados en el bus de la empresa Selva Sur. Entre fierros retorcidos y el eco de los gritos de auxilio, 38 personas fueron evacuadas con vida y trasladadas al Hospital de Apoyo Sandia.
La magnitud de la emergencia provocó el colapso del hospital local, que tuvo que atender simultáneamente a decenas de pacientes con politraumatismos, fracturas y contusiones. Entre los heridos se encuentran 10 menores de edad, además de trabajadores estatales que retornaban a sus distritos tras el fin de semana. Algunos fueron derivados de inmediato a Juliaca ante la falta de recursos y capacidad de atención.
Mientras tanto, la recuperación de las víctimas mortales se convirtió en una tarea compleja. Cuatro cuerpos fueron extraídos en las inmediaciones del vehículo siniestrado, mientras otros seis permanecían atrapados. El fiscal Eden Ali Sucasaire Rafael dirigió el levantamiento y las diligencias, con apoyo de la Municipalidad Provincial de Sandia y la Unidad de Emergencia de la PNP.
Las causas del despiste aún se investigan. Especialistas analizan si el accidente estuvo relacionado con el estado de la vía, fallas mecánicas o las condiciones climáticas adversas de la zona. La tragedia ha encendido nuevamente el debate sobre la seguridad en las rutas interprovinciales de la sierra sur, donde la combinación de terreno agreste y limitada infraestructura vial convierte cada viaje en un riesgo latente.