Radar estratégico: Santa Rosa no se vende ni negocia

Por Henrry Torres Delgadillo – Especialista en Gestión de Riesgos

Cuando un presidente extranjero pretende poner en duda la soberanía del Perú sobre su propio territorio, la respuesta no puede ser tibia. Gustavo Petro, presidente de Colombia, se equivocó de país, de historia y de momento. Al declarar que no reconoce la soberanía peruana sobre Santa Rosa, no solo faltó a la verdad, sino que rompió la cortesía diplomática que debe regir entre naciones hermanas. Santa Rosa no es una tierra “inventada” ni “ocupada” como él insinúa. Es parte del Perú por derecho, respaldada por el Tratado Salomón-Lozano (1922) y el Protocolo de Río de Janeiro (1934). Esos acuerdos no se firman para la foto: se cumplen. Y el Perú, a diferencia de lo que Petro sugiere, ha honrado su palabra y sus compromisos internacionales.

Lo que sorprende no es solo la falsedad de sus declaraciones, sino la ligereza con que las pronunció. En un momento donde la Amazonía necesita cooperación contra la minería ilegal, el narcotráfico y la deforestación, Petro decide abrir un frente imaginario, debilitando la confianza bilateral. Una jugada política que, más que defender a Colombia, parece servirle para desviar la atención de sus problemas internos.

La reacción peruana estuvo a la altura: la presidenta Dina Boluarte reafirmó que “no hay disputa limítrofe alguna” y envió a su primer ministro a Santa Rosa para mostrar que el Estado está presente. El mensaje fue claro: nuestra soberanía no se discute.

Santa Rosa es más que un punto en el mapa: es un símbolo de pertenencia. Allí viven peruanos que día a día enfrentan la dureza del río y la selva, y que no necesitan que desde Bogotá le digan a qué país pertenecen. Petro puede jugar con sus discursos ideológicos, pero no con nuestra integridad territorial.

El Perú ha defendido su tierra en los tribunales, en los tratados y, si es necesario, en el terreno. La historia lo prueba. Santa Rosa no se vende, no se negocia y no se cede. Y quien lo dude, que lea los tratados… o que venga a verla y la verá ondeando la bandera bicolor.

Deja una respuesta