A un año de las Elecciones Regionales y Municipales 2026, la política arequipeña se mueve como un tablero de ajedrez en plena partida. Seis movimientos regionales ya tienen inscripción oficial, otro busca validarse, y en paralelo un inusual número de renuncias —145 en lo que va del 2025— sacude sus bases. Entre cambios de camiseta, reacomodos y alianzas en construcción, las agrupaciones miden fuerzas mientras las tensiones internas dejan entrever una campaña que promete más que simples promesas electorales.
En este escenario de alta rotación política, Arequipa, Tradición y Futuro aparece como el jugador más veterano. Este tiene dos décadas de permanencia ininterrumpida en el registro del JNE. Liderado por Jorge Sumari Buendía, el movimiento intenta blindar su estructura frente a una competencia que crece y a una militancia que no siempre resiste la presión de los acuerdos internos.
Otros nombres comienzan a tomar protagonismo. Arequipa Avancemos exhibe la figura de Benigno Cornejo Valencia, acompañado de su operador político más cercano, Roberto Yañez Valenzuela. En paralelo, Fuerza Arequipeña cuenta con el respaldo visible de Jairo Ramos Hinojosa, actual asesor del Ministerio de la Producción. Estas agrupaciones, junto con Yo Arequipa, Arequipa es Primero y Movimiento Regional AQP, buscan no solo ganar simpatizantes, sino consolidar maquinaria electoral.
Pero el dato que más enciende alarmas está en las cifras de desafiliaciones. Según el DNROP, junio fue el mes de mayor estampida con 56 renuncias, aprovechando el plazo extraordinario abierto para abandonar agrupaciones. Yo Arequipa y Arequipa, Tradición y Futuro encabezan la lista de bajas, con 27 cada uno. Incluso Por Arequipa, que ni siquiera concluyó su inscripción, ya perdió 14 militantes, revelando pugnas tempranas por el control de espacios y posibles candidaturas.
La magnitud de las renuncias y el perfil de los actores en disputa anticipan que la campaña del 2026 será más que un desfile de slogans. Será un combate cuerpo a cuerpo en el que cada adhesión, cada pacto y cada ruptura pesará tanto como el voto final. Arequipa, fiel a su historia política intensa, parece dispuesta a escribir otro capítulo de alta tensión electoral.