Obra de agua en La Joya llega tras años de olvido

La espera terminó. En pleno aniversario de Arequipa, el municipio de La Joya dio inicio a una obra largamente prometida: la construcción de un reservorio de agua potable para el asentamiento La Victoria II. Son más de 600 familias las que llevan tres quinquenios sobreviviendo con agua de piletas públicas, mientras veían pasar campañas, promesas y alcaldes. Hoy, la obra comienza con una inversión de más de 2.7 millones de soles y un cronograma ajustado a 120 días.

La ceremonia simbólica, realizada entre aplausos y arengas, congregó a autoridades municipales, dirigentes vecinales y pobladores que por años reclamaron su derecho al agua. El alcalde Cristhian Cuadros aprovechó el contexto festivo del aniversario de Arequipa para colocar la primera piedra del reservorio, destacando que esta obra “marca el inicio de un cambio”. Pero más allá del discurso, la realidad apunta a una población que ha resistido la negligencia estatal durante demasiado tiempo.

El proyecto contempla infraestructura técnica que no solo incluye el reservorio de concreto armado, sino también conexiones domiciliarias, casetas de control, instalaciones eléctricas y veredas perimetrales. Todo será ejecutado por el Consorcio La Victoria. La magnitud de la obra revela cuán rezagado estaba el sector en cuanto a servicios básicos. El presidente de la asociación, Percy Layme, no ocultó su emoción: “Esperamos esto desde hace más de una década. Nos prometieron muchas veces, pero nunca pasó nada”.

En paralelo, surgen preguntas legítimas: ¿por qué se ejecuta recién ahora una obra tan urgente? Algunos vecinos y líderes comunales sospechan que hay cálculo político detrás del momento elegido. “Se acercan tiempos de campaña, y parece que el agua también llega con aroma electoral”, murmuró uno de los asistentes al acto, sin identificarse. La transparencia en la licitación y la supervisión de la ejecución serán claves para que este proyecto no se sume a la lista de obras paralizadas o inconclusas.

Por ahora, la comunidad de La Victoria II observa con esperanza. Pero también con cautela. No es la primera vez que les prometen agua, ni la primera vez que un alcalde usa una pala frente a cámaras. Lo que está en juego no es solo una infraestructura, sino la credibilidad política y la dignidad de cientos de familias que ya no aceptan más excusas.

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