Vecinos de Cerro Juli exigen mejoras viales antes de Perumin

La llegada de Perumin 37 entre el 22 y 26 de septiembre pone nuevamente en evidencia una vieja herida urbana. Esta es el abandono sistemático de la parte trasera del Centro de Convenciones de Cerro Juli. Aunque se repavimenta la calle Francisco Mostajo en el frente del recinto, vecinos de Hunter y Bustamante y Rivero —distritos que limitan por esa zona— alzaron la voz para exigir una intervención total. Denuncian que la parte posterior no solo tiene vías destruidas, sino que se ha convertido en un foco de infección por acumulación de basura.

Mientras los reflectores apuntan al evento minero más importante del país, los vecinos que viven al otro lado del escenario sienten que les dieron la espalda. Carlos Gonzales, uno de los más activos en la zona, aseguró que ninguna autoridad distrital ni provincial se ha acercado a verificar las condiciones reales en el perímetro posterior del Centro de Convenciones. “Solo maquillan lo que se ve, pero lo que no aparece en las fotos sigue igual de olvidado”, lamentó.

Los más de 40 vecinos que residen en las inmediaciones aseguran que esta zona límite entre Bustamante y Rivero y Hunter se ha transformado en un basural a cielo abierto. Las calles están deterioradas, la iluminación es deficiente y la inseguridad va en aumento. “Esto no es solo una exigencia por estética, es un reclamo por salud y seguridad. Aquí también viven familias, transitan niños y trabajadores”, añade Gonzales.

Lo irónico —dicen— es que esta zona abandonada también forma parte del circuito de acceso al campo ferial. Comerciantes y pequeños negocios instalados en los alrededores dependen de un flujo constante de visitantes durante Perumin. Pero los accesos traseros en mal estado desalientan el tránsito. “Estamos a semanas del evento y nada. No hay señal de trabajos, ni de limpieza ni de mejora. ¿Qué imagen vamos a mostrar al país y al extranjero?”, cuestiona otra vecina que prefirió mantenerse en el anonimato.

Ante la pasividad estatal, los residentes sugieren que también la empresa privada podría involucrarse. “Cada año el evento mueve millones, ¿y no puede invertirse un poco en las vías que rodean el lugar? Sería lo justo con los que convivimos todo el año con la carga urbana que genera el evento”, reflexiona Gonzales. Mientras tanto, los vecinos continúan tocando puertas, temiendo que una vez más las autoridades lleguen tarde… o nunca.

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