Donald Trump dio un ultimátum de 60 días a 17 de las principales farmacéuticas del mundo para que bajen “sus precios enormemente inflados” o se enfrenten a duras represalias regulatorias. Las cartas oficiales se enviaron a compañías como Pfizer, Johnson & Johnson y Eli Lilly. En ellas el presidente advirtió que no tolerará que los estadounidenses paguen hasta tres veces más que otros países por los mismos medicamentos. El plazo vence el 29 de septiembre.
La ofensiva de Donald Trump contra las grandes farmacéuticas marca un nuevo punto de tensión en la ya conflictiva relación entre su administración y el sector salud. Esta vez, el mandatario decidió lanzar una campaña frontal: o las compañías bajan los precios de los medicamentos en 60 días o enfrentarán consecuencias. Las misivas, publicadas luego en Truth Social, fueron dirigidas a laboratorios líderes tanto estadounidenses como europeos, exigiendo compromisos claros y vinculantes.
Entre los puntos más duros de la carta figura la exigencia de aplicar en EE.UU. los precios más bajos que las farmacéuticas ofrecen a otros países, lo que se conoce como el modelo de “nación más favorecida”. Trump también plantea que se devuelvan al contribuyente los ingresos extra obtenidos fuera del país, además de permitir la compra directa a precios internacionales. Para la Casa Blanca, esta es una forma de corregir décadas de abusos que, según Trump, han perjudicado a las familias trabajadoras.
Karoline Leavitt, portavoz oficial de Trump, sostuvo que la medida no es simbólica: “Estamos listos para actuar. Si no responden con compromisos claros antes del 29 de septiembre, utilizaremos todas las herramientas regulatorias, legales y políticas disponibles”. Esta postura, ampliamente celebrada por sectores conservadores y parte del electorado republicano, refuerza la narrativa populista del presidente, centrada en proteger al estadounidense promedio frente a intereses corporativos.
La industria farmacéutica, por su parte, ha evitado pronunciamientos oficiales. Aunque analistas señalan que una respuesta hostil al pedido podría desencadenar un conflicto político con fuertes implicancias para el sector. Trump, que busca regresar a la Casa Blanca en 2025, convierte así el costo de los medicamentos en una bandera de campaña. Apuntando directo a uno de los sectores más poderosos de la economía estadounidense.