La explanada del Palacio Metropolitano de Bellas Artes se convirtió en el corazón palpitante de Arequipa durante el XIII Festival Gastronómico “Sabores de Arequipa”. Entre el 26 y el 29 de julio, más de 10 mil asistentes saborearon platos emblemáticos, corearon canciones en vivo y compartieron momentos inolvidables en familia. La edición 2025 no solo celebró el paladar local, sino que consolidó al festival como uno de los ejes culturales más importantes en el marco del 485 aniversario de la ciudad.
Durante cuatro días de intensa actividad, Arequipa se convirtió en una verdadera fiesta popular. Desde tempranas horas, familias enteras y turistas formaban largas filas para ingresar a la explanada del Palacio Metropolitano Mario Vargas Llosa. Lugar donde más de 60 stands ofrecían lo mejor de la cocina regional. Rocotos rellenos, adobos, chupe de camarones y buñuelos se convirtieron en protagonistas indiscutibles, deleitando a miles de paladares curiosos y exigentes.
Pero no todo fue sabor. La música se apoderó del ambiente con una programación que combinó ritmos criollos, tropicales y andinos. Grupos como Agua Bella y Rosita Vento prendieron el escenario cada noche. Mientras que La Progresiva del Callao y Choconga pusieron a bailar hasta al público más tímido. Las luces, las danzas, y el sonido de las guitarras transformaron el festival en una experiencia multisensorial difícil de olvidar.
Este evento no solo impulsó la gastronomía y el entretenimiento, también activó la economía local. Decenas de pequeños empresarios, cocineros y artesanos pudieron ofrecer sus productos a un público amplio, promoviendo el consumo interno y generando empleos temporales. “Es una gran vitrina para quienes empezamos”, comentó Teresa Ramos, emprendedora de postres tradicionales.
La Municipalidad Provincial de Arequipa cerró la edición con un emotivo agradecimiento a los participantes, artistas y visitantes, reafirmando su compromiso con la cultura regional. Con una edición cada vez más consolidada, “Sabores de Arequipa” se perfila como una tradición infaltable en el calendario festivo de la ciudad, dejando un sabor que perdura más allá del paladar.