Por Sergio Mostajo. Periodista
En los actuales momentos no hay discurso de político que omita la palabra CORRUPCIÓN, todos la mencionan.
Para ponernos en contexto traeré a colación el próximo proceso electoral. Es seguro que los candidatos lo convertirán en parte de sus slogan y lemas que a la sazón rezarán, más o menos así: “Lucharé contra la corrupción”; “Basta de corrupción”; “Erradicaré la corrupción caiga quien caiga”.
Súbitamente se convertirán en una suerte de cirujanos anti corrupción, en una especie de “Caza fantasmas” y en parte de una legión que, teóricamente, luchará por la decencia y la honradez.
Vemos a muchas autoridades con periodo vigente, intentar suerte en otro puesto. El solo hecho de dejar “botado” el cargo para el que fueron electos —gobernador, alcalde, consejero, regidor— para irse a otro, es inmoral. Este debería ser un cambio fundamental en la legislación vigente. Pues quien resultaré elegido debe permanecer en el, hasta el último día, última hora, último minuto o último segundo de gestión.
En esos días asistiremos, también, a otro tipo de corrupción, aquella orquestada por quienes renuncian o se alejan con licencia. Pero en la praxis siguen al mando de una bien aceitada y afinada maquinaria integrada por “su” personal de confianza. Estos serán decenas de trabajadores y muchos funcionarios quienes, misteriosamente, decidirán salir de vacaciones alegando un derecho laboral para meterse de lleno a las campañas electorales de sus mentores políticos
Raro y extraño, ¿no? ¿Están en su derecho? Sí. ¿Es ilegal? No. Pero es inmoral y linda con la corrupción porque se utilizan recursos del Estado.
La corrupción no son solamente los casos vinculados a Odebrecht, a Lava Jato, a los Cuellos Blancos del Callao. Hay muchos más, latentes, vivos, fuertes, en otros ámbitos, que pasan desapercibidos; pero existen y de nosotros depende avistarlos, evidenciarlos y denunciarlos.