La participación de las niñas de 4 a 10 años en el fútbol todavía es limitada.

Juan Pablo Olivares

Con información de Encuentro.pe

Desde sus primeros años, antes de que el fútbol femenino se abriera paso y experimente un crecimiento, Flor de Liz Chacón Cáceres, le pegaba a un balón en las canchas de su natal Ollachea, distrito de la provincia de Carabaya, en Puno, a más de 2900 metros sobre el nivel mar.

Flor de Liz ensayaba tiros al arco y cómo gritar un gol. Para hacer la visualización lo más cercana a la realidad, colocaba a uno de sus hermanos en el arco y el otro, fungía de árbitro para decretar el gol. Mientras ella dribleaba a los rivales y anotaba en la portería, sus compañeros de aula corrían junto a ella celebrando el triunfo. Así era ella, una niña tan apasionada por el fútbol que practicaba todo, incluso las celebraciones.

Gina Cáceres, su madre, dice que Flor de Liz jugaba fútbol en las canchas de losa con sus hermanos y compañeros no solo por la pasión que le infundía este deporte, sino también por necesidad, pues no contaban –ni cuentan hasta la fecha– con clubes o escuelas de fútbol, ni mucho menos academias exclusivas para mujeres.

“A Flor siempre le gustó patear la pelota. Le compraba las choteras que me pedía y siempre jugaba en el recreo con los niños más que con las niñas. Me decía que no se entendía con ellas”, recuerda Gina.

Oportunidades limitadas

Lucy Rodríguez es entrenadora de fútbol femenino. Con más de dieciséis años de experiencia, sostiene que, si bien hay un crecimiento importante del fútbol femenino en el Perú y el mundo, en el caso de las niñas de 4 a 10 años, su incursión y desarrollo todavía siguen siendo limitados, debido a la falta de torneos oficiales enfocados en su participación.

Por tal motivo, estas pequeñas deportistas se ven –de alguna manera– obligadas a participar en torneos de varones. Sin embargo, en el caso de las niñas que están en clubes o escuelas mixtas, la educación y la formación siguen siendo importantes. “Porque no existe ninguna diferencia (fisiológica) hasta los 10 años”, aseguró.

Rodríguez sostiene que entrenar y jugar con niños, hace que la niñas se fortalezcan física y emocionalmente; sin embargo, advirtió que es importante saber cuál es el objetivo de los padres para con sus hijas. Y es que, según la experiencia de la entrenadora, hay niñas que no se integran o no quieren jugar con niños y se alejan del deporte.

“Las niñas, al jugar con niños, desarrollan específicamente la fortaleza mental, se hacen más competitivas. Todas las niñas y niños están predispuestos al aprendizaje. Pero es importante, que se haga de la mejor manera”, acotó.

Flor de Liz Chacón Cáceres, empezó a jugar al fútbol desde niña en Carabaya, Puno, a más de 2900 metros sobre el nivel del mar.
Flor de Liz Chacón Cáceres, empezó a jugar al fútbol desde niña en Carabaya, Puno, a más de 2900 metros sobre el nivel del mar.

Trabajo psicológico

Para Rafaela Pacheco, psicóloga deportiva y antigua alumna de la Universidad Católica San Pablo, como en cualquier deporte, a esa edad (entre los 4 y 10 años), es donde más se debe trabajar el tema psicológico con los papás, los entrenadores y el acompañamiento que se debe dar.

En ese sentido, la psicóloga advierte que en el fútbol femenino hay mucho prejuicio, donde las niñas están expuestas a comentarios machistas, como la afirmación de que “el fútbol es solo para hombres”. Ese tipo de comentarios puede impactar de forma negativa en su desarrollo.

“Influye mucho cómo los adultos nos comportamos y lo que nosotros les decimos respecto a la competencia y la importancia de ganar, que debería ser lo secundario. Los mensajes que les damos influyen mucho en ellas”, advirtió.

Formación integral

Asimismo, Lucy Rodríguez explica que otro de los problemas en el futbol femenino es que se ha distorsionado el tema de la formación. Al punto de que la mayoría de las escuelas o clubes solo enfocan su trabajo en la competencia y no en brindar una formación integral, que es la base para entrar a la etapa netamente competitiva.

Por ello, la entrenadora recomienda que, al momento de elegir una escuela o club, se tome en cuenta si el entrenador o comando técnico están realmente capacitados para dirigir a las niñas en etapa formativa.

El trabajo psicológico con los papás y entrenadores, es fundamental para el desarrollo de estas deportistas.
El trabajo psicológico con los papás y entrenadores, es fundamental para el desarrollo de estas deportistas.

Futuro prometedor

Como si fuera un presagio de lo que pasaría, Flor de Liz fue convocada por el equipo de su colegio para participar en diferentes campeonatos. Casi siempre era una de las goleadoras y destacadas en los torneos. Jugaba de centrodelantera. Las fotografías y reconocimientos que acumulaba daban testimonio de lo que su madre llamaba “un  futuro prometedor”.

A los 12 años, Flor de Liz viajó diez horas desde Ollachea hasta Arequipa para pasar una visoria en el FBC Melgar, nada menos. Su madre pagó 10 soles por la postulación.

Pasó las pruebas, pero no pudo quedarse porque no había quién la lleve a los entrenamientos. Fue recién al año siguiente, con 13 años de edad, que Flor de Liz volvió a pasar la visoria en el FBC Melgar y esta vez sí se quedó.

Gracias a una beca, tuvo la posibilidad de estudiar en Arequipa. Desde entonces, Flor de Liz vive en la Ciudad Blanca junto a su hermano, cursa el tercer año de secundaria y su madre viaja regularmente para verla jugar.

“Es un sacrificio grande que hacemos, pero saber que mi hija tiene una oportunidad de jugar al fútbol –algo que de pequeña era muy difícil– lo vale todo”, asegura orgullosa su progenitora.

Ahora, con 15 años de edad, Flor de Liz juega en la sub-16 del equipo rojinegro. Sueña con jugar en el fútbol profesional y llegar a la selección nacional. Un sueño que empezó en una ciudad donde no existen escuelas de fútbol, pero fue ahí, precisamente, donde Flor de Liz se preparó para ganar.