Por Romario Huamaní
En el kilómetro 14 de la carretera de Yura, donde los cuatro carriles abren paso a los cerros, hay un aroma que los vecinos reconocen desde hace más de cinco años. Es humo saliendo de la azotea. Pero no cualquiera. Es el humo de las parrillas de Patio Norte, el primer local de comida en instalarse en la zona. Allí comenzó una historia de brasas, alitas de pollo y amistades que aún se encuentran cada tarde desde las 3 hasta las 10 de la noche.
Alma de barrio y recetas de viaje

Hoy, Irma Flores dirige el local con una sonrisa de oreja a oreja y una cuchara en la mano. Estudia el último ciclo de Gastronomía, pero cocina como si ya hubiera vivido varias vidas entre ollas. “Yo soy yureña, pues”, dice. “Y apuesto por este local porque me gusta cocinar… pero más aún, comer”, suelta entre risas.
Pero detrás de cada plato hay una obsesión por el detalle. Irma compra sus productos en el Terminal Pesquero, en el puesto de su casera Estela. Selecciona cuatro kilos de alitas de pollo diarias, con el mismo cuidado de quien elige palabras antes de una carta de amor.
De esas alitas nacieron especialidades que han hecho historia: las BBQ, las acevichadas, el chaufaalitas. Pero ninguna sería lo mismo sin su salsa “acevichola”, una creación de Irma que mezcla ajo limo, cebolla, apio, huevo, limón, aceite y un toque marino que nadie logra replicar. “Tiene que tener lo justo. Ni mucha cebolla, ni poco cilantro”, dice, como si revelara una fórmula alquímica.
Cócteles que cuentan historias

La barra también tiene su encanto. Allí, entre luces bajas y música de fondo, se mezclan colores y sabores que los clientes piden por nombre: “semen de pitufo” —dice uno—, “laguna azul”, pide otro, “orgasmo”, “beso del barman”; son las que prefieren las chicas. Irma nos cuenta que los nombres de los cócteles se originaron entre risas y ocurrencias de amigos, junto a una jarra de sangría o una chelita bien fría.
Pero el que más pide la gente es el clásico “Adiós mother fucker”. Este junta vodka, ron, tequila, gin, limón y Sprite. Irma se ríe disimuladamente y confiesa que el cóctel ha sido testigo de más de una historia de amor (o de olvido). Y si de clásicos se trata, nunca faltan los chilcanos, mojitos y cuba libre. “Ese se prepara al instante”, añade. O también, para quienes prefieren algo más suave, los fraps de fruta refrescan los atardeceres calurosos de Yura.
Donde se canta, se juega y se ama

En Patio Norte, las voces desafinan con orgullo en dos karaokes donde los éxitos del momento se cantan a todo pulmón. Las risas se cruzan en partidas de juegos de mesa entre amigos, mientras los más pequeños encuentran su propio mundo en una zona pensada para ellos. Y para los que prefieren el murmullo lento de una conversación sin prisas, hay mesas íntimas, perfectas para las parejas que deciden alargar la noche entre miradas y brindis.
Y como advierte con picardía el cartel de entrada: “El alcohol no soluciona los problemas, pero tampoco el agua”. A este local llegan soldados caídos, amigos de la promo, parejas que se despiden… o que se reencuentran.
Los clientes pueden dejar cartas, poemas, fotos o recuerdos en un rincón especial del local. “Porque Patio Norte no es solo un restaurante: es un lugar donde se cuentan historias, donde se llora de risa o se brinda por lo perdido”, repite Irma mientras prepara unas alitas. Y si alguien está de cumpleaños, la casa celebra con una jarra de sangría de regalo.
Promociones que invitan a volver

Este fin de semana, Patio Norte se llena de motivos para volver. Hay 2×1 en cócteles clásicos y 3×2 en jarras de limonada o sangría, como si el calor y las historias pidieran más de una ronda. Pero lo más esperado llega entre las 6 y 8 de la noche: barra libre por solo 40 soles, un reto que más de un parroquiano acepta con una sonrisa y sin mirar atrás.
La atención es pausada, casi cómplice. Y si uno llega solo, no hace falta más que sentarse en la barra. Allí, entre botellas alineadas y vasos brillantes, la bartender te cuenta de dónde viene cada trago, cómo nació, y con qué comida marida mejor.
Pronto: los mejores anticipos de Yura

Irma sueña en grande, pero con los pies en el barrio. Quiere que Patio Norte cruce fronteras sin perder esa sazón casera ni las risas que lo vieron nacer. En sus redes —donde aparece como “Patio Norte”— comparte fotos, videos, promociones y secretos de cocina que se cuecen a fuego lento. Para separar una mesa basta con escribirle al WhatsApp 929 727 837.
Porque…, como repite Irma mientras gira una tenaza entre las brasas: “Aquí no se espera, aquí se vive”. Y es que Patio Norte no es solo un restaurante: es una historia servida en papas nativas, contada con música de fondo y escrita con el corazón encendido.