Lic. Yenny Quispe Jiménez – Braavo Marketing y Comunicación

Una canción, una imagen, un cortometraje de 2 minutos, pueden lograr que una persona cambie un hábito o que tome una decisión de vida. Los seres humanos integrados con cuerpo, espíritu, voluntad, inteligencia, poseen emociones, que en muchos casos es la pieza fundamental para decidir una compra.

Según la especialista Marian Rojas-Estapé, las emociones se activan en el cerebro a través de un proceso que involucra la detección de estímulos, la interpretación de estos estímulos por parte del sistema límbico (especialmente la amígdala), y la subsecuente activación de respuestas fisiológicas y conductuales.  

Estudios indican que los consumidores registran los mensajes de marca emocionalmente, incluso cuando les prestan poca atención. Además, los estímulos emocionales se codifican más intensamente en el cerebro. Lo que hace que las campañas emocionales no solo sean más memorables, sino también más efectivas para influir en el comportamiento del consumidor.

De esta forma el especialista en neuromarketing Roger Dooley indica, en resumen, que los datos demuestran que es mejor que los anuncios sean vistos y procesados ​​conscientemente por los clientes potenciales. Pero incluso cuando los anuncios emocionales no son vistos conscientemente, el mensaje de la marca sigue teniendo impacto.

Muchas veces las historias de superación, resiliencia, amor y un final feliz, son algunos temas que nos generan un enganche casi inmediato. Pues es lo que encontramos en la vida, eventualmente. Si el anuncio o la publicidad conecta estas emociones con el mensaje publicitario, las probabilidades de éxito son mayores.

Un estudio publicado en el Journal of Consumer Research reveló que las experiencias altamente emocionales tienen un 70% más de probabilidades de ser recordadas a largo plazo que aquellas puramente funcionales. Así la marca se ancla no solo en la mente consciente del consumidor, sino también en su paisaje emocional, creando una conexión natural con la marca.

Es posible que, para marcas en crecimiento, la integración de mensajes racionales y emocionales podría ser la mejor opción. Por cuanto el objetivo, además de la conversión en ventas, es darse a conocer. Esta estrategia asegura que los consumidores se involucren emocionalmente al tiempo que reciben información sobre el producto.

Aunque es algo menos efectivo que el contenido puramente emocional, los anuncios equilibrados pueden generar buenos resultados. La compra puede obedecer a una emoción, pero luego debe pasar por el análisis, el consumidor debe discernir si es de prioridad o no. ¡Atentos!

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