La mañana del domingo 29 de junio, Lucía Coraxi Flores salió como cualquier otro día. Tenía 33 años, una vida por delante y vocación por la enseñanza. Pero su historia se quebró al cruzar una calle en Miraflores, Arequipa. Fue atropellada por una camioneta y, horas después, murió. Hoy, su nombre se ha convertido en un grito de justicia. La fiscalía ha solicitado 9 meses de prisión preventiva para el conductor, mientras la familia denuncia intentos de impunidad y negligencia policial.
Lucía cruzaba la avenida Unión por las líneas peatonales cuando fue embestida por una camioneta de placa ALW-756, conducida por Manuel Yuri Paredes Salas. Testigos afirman que el vehículo invadió el carril contrario. Ella cayó al pavimento, inconsciente. El conductor, lejos de pedir ayuda médica, decidió por cuenta propia levantarla, meterla al asiento trasero de su vehículo y llevarla a EsSalud. No tenía conocimientos en primeros auxilios. Lucía llegó grave a la UCI. Murió al día siguiente.
La tragedia no solo estremeció a la comunidad, también dejó al descubierto la frialdad y aparente desidia de las autoridades. “Quieren transar como si mi hija fuera un animal”, denunció entre lágrimas Felipe Coraxi, padre de la víctima. Relató que la Policía Nacional no actuó con la diligencia esperada: lo citaron a las 7 a. m., pero no lo atendieron hasta pasado el mediodía. A pesar de la magnitud del hecho, ninguna diligencia se realizó de inmediato.
El fiscal provincial Edén Apaza ha pedido 9 meses de prisión preventiva contra el conductor por el presunto delito de homicidio culposo. Argumenta que existen “fundados y graves elementos de convicción” y peligro de fuga, ya que Paredes no tendría arraigo familiar ni laboral. Aunque el dosaje etílico fue negativo y el vehículo tenía SOAT vigente, el Ministerio Público sostiene que el imputado actuó con negligencia. El pago voluntario de 10 mil soles no exime la gravedad del caso.
La audiencia se programó para ayer miércoles 2 de julio, a las 14:15 horas. Mientras tanto, en Miraflores y en redes sociales, el nombre de Lucía se ha vuelto símbolo de una causa mayor: el derecho a caminar sin miedo, y a que la justicia no llegue tarde. Su familia no pide venganza. Solo exige que su muerte no quede impune.