Estados Unidos presentó cargos penales contra una red de piratas informáticos vinculada al régimen de Kim Jong-un, acusada de infiltrar a cientos de empresas mediante identidades falsas y empleos remotos para financiar programas armamentísticos norcoreanos.
Las autoridades estadounidenses informaron que los hackers operaban desde Corea del Norte o China, haciéndose pasar por desarrolladores o testers residentes en EE. UU., utilizando identidades robadas y redes privadas para engañar a las compañías. El esquema permitió canalizar millones de dólares hacia Pyongyang y, en algunos casos, acceder a tecnología militar sensible.
Los fiscales revelaron dos casos en paralelo, uno en Massachusetts y otro en Georgia. En el primero, se arrestó a un ciudadano estadounidense y se acusó a varios ciudadanos chinos y taiwaneses por facilitar el fraude mediante empresas fantasma. En el segundo, cuatro norcoreanos infiltraron una firma de blockchain en Atlanta, desde donde robaron criptomonedas que luego redirigieron a cuentas del régimen.
Las investigaciones apuntan a la Oficina General de Reconocimiento (RGB) y la temida Oficina 121, unidades de ciberinteligencia de Corea del Norte responsables de ataques como el hackeo a Sony en 2014 y robos masivos de criptodivisas. Estas operaciones serían una fuente clave de ingresos ilícitos para sostener el desarrollo de armas nucleares.
El Departamento de Justicia estima que esta estrategia ha generado decenas de millones de dólares en los últimos años. Analistas advierten que Corea del Norte seguirá explotando el auge del trabajo remoto para evadir sanciones y expandir sus capacidades militares, utilizando redes de hackers entrenados desde temprana edad como herramienta de política exterior.