La violencia contra las mujeres es un problema endémico en nuestra sociedad. Desterrarla debería ser la consigna de todos, pero en especial de nuestras autoridades de justicia. Aunque se han visto avances, lo cierto es que no hay castigos ejemplares. Y lo que es peor, parece que no todos somos medidos con la misma vara.

Se han logrado condenas rápidas y efectivas contra desadaptados que hicieron tocamientos indebidos contra jóvenes en buses de servicio público y también a tipos huyendo de la justicia después de hacer sus fechorías. Están prófugos. 

Y ahora nos enteramos que el fiscal Hugo de Romaña Velarde, titular del segundo despacho de la 1era Fiscalía Provincial Corporativa Especializada en Delitos Contra la Mujer e Integrantes del Grupo Familiar, archivó el caso de una joven que acusa que fue acosada y tocada sin su consentimiento por el decano del Colegio de Abogados, John Mesías Romero. El caso debió ser un escándalo y además ser el chorro que derrame un vaso que está lleno hace mucho. En cambio, el Ministerio Público —y hablamos en general, porque ni el presidente de la Junta de Fiscales ni nadie de allí salió a decir nada— decidió archivarlo. Y no una, sino dos veces ya.

¿Será que el decanato pesa tanto? Así parece. La orden ya está desprestigiada por sus constantes rencillas internas, especulaciones y falta de acercamiento a la sociedad arequipeña. Y ahora debe admitir a un “Mesías” desprestigiado y con la calidad moral en duda y por los suelos. Y los abogados, letrados y tinterillos —por separado y en general— parece que no quieren más aspavientos. Procesar, investigar, periciar y enviar a juicio a su decano parece mucho. Una vergüenza del tamaño de su club y más.

De Romaña ha encontrado argumentos rebuscados y plenamente negligentes para desestimar continuar investigando a su decano. Incluso ha citado las publicaciones que este medio hizo siguiendo el caso. Una cosa que nos halaga, pero que nos preocupa mucho.

El fiscal, se colige de su texto, toma por seguro que los abogados de la señorita agraviada nos han filtrado la información del caso. Y los amenaza de no seguir poniéndolo en evidencia, o sino los va a denunciar al Consejo de Ética del Colegio de Abogados. El mismo que Mesias dirige con mano de hierro. Qué tal broma de mal gusto. Es decir, el fiscal quiere que Mesías se convierta en posible verdugo de quienes se atreven a defender a su víctima.

¡Qué tal concha!

Bueno, al fiscal le recordamos que, como medio periodístico serio, no podemos revelar nuestras fuentes. Así que sus afirmaciones y especulaciones no tienen ni pies ni cabeza. Una pena que todo un letrado no conozca los alcances de la libertad de prensa. Pero bueno.

En todo esto, el Mesías de la orden sacrosanta de abogados es el único que sale riendo. Más aún cuando ni siquiera se atrevió a demostrar su inocencia en la pericia psicológica. Alega: “No quiero autoincriminarme”. O sea que ya sabe que si le hacen la pericia saldrá a relucir su verdadera personalidad. Eso se entiende, ¿cierto? Y según nos explican, esa pericia es obligatoria, pero el fiscal De Romaña “se la sopla”, como dice la jerga común. Y aún así, sin pericia al presunto acosador sexual, decide archivar el caso. 

No necesitamos decir más. Saque usted sus propias conclusiones. La nuestra es que el fiscal más parece abogado de Mesías que un verdadero luchador contra la violencia a la mujer y a cualquier otra persona.

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