La guerra entre Israel e Irán alcanzó este viernes un nuevo punto de tensión. Un misil balístico lanzado desde territorio iraní impactó en la ciudad israelí de Haifa, dejando al menos 31 heridos. Horas después, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron una ofensiva aérea sobre objetivos militares iraníes en respuesta al ataque.
El sistema de defensa aérea israelí activó alertas en Tel Aviv y otras zonas centrales tras detectar múltiples misiles. A pesar de las explosiones escuchadas, no se reportaron víctimas en esos sectores. La respuesta fue inmediata: una quincena de cazas israelíes atacaron centros de almacenamiento de misiles y plataformas de lanzamiento en el oeste de Irán.
En las últimas 24 horas, Israel también interceptó al menos 15 drones iraníes. En paralelo, las autoridades reforzaron el despliegue de refugios antibombas, anunciando la instalación de 1.000 unidades móviles a lo largo del país.
Desde Washington, el presidente Donald Trump declaró que retrasará su decisión sobre una eventual intervención militar durante dos semanas. Sin embargo, adelantó que Estados Unidos está listo para actuar si la vía diplomática fracasa. “Es muy difícil frenar a quien está ganando”, dijo.
En Ginebra, diplomáticos de Alemania, Francia y el Reino Unido se reunieron con el canciller iraní Abbas Araghchi. La reunión terminó sin avances. Irán exige el cese de los bombardeos israelíes antes de discutir su programa nuclear.
La ONU convocó una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad. Irán defendió su derecho a la autodefensa y acusó a Israel de violar el derecho internacional. La delegación israelí replicó que la ofensiva busca evitar que Irán desarrolle un arma nuclear.
Mientras tanto, continúan las evacuaciones de ciudadanos extranjeros desde ambos países. Alemania anunció la repatriación de más de 400 personas. La tensión sigue escalando. Israel ya habla de una “campaña prolongada”. Irán no da señales de retroceder. La comunidad internacional, por ahora, observa.