El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostuvo una llamada de más de una hora con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, luego de una reunión crítica en la Sala de Situación de la Casa Blanca. La conversación ocurre mientras crecen las versiones de que Washington podría intervenir directamente en el conflicto con Irán, apuntando incluso a sus instalaciones nucleares.

La llamada entre ambos líderes se realizó el martes 17 de junio y duró aproximadamente una hora con veinte minutos, según medios como CNN y Axios. Fuentes israelíes aseguran que Netanyahu y su equipo de defensa consideran inminente el ingreso de Trump a la guerra. Antes del diálogo, altos funcionarios estadounidenses ya habían adelantado que el presidente analizaba unirse a la ofensiva militar contra Teherán, incluyendo un posible ataque a la planta de enriquecimiento de uranio en Fordow.

A su regreso de la cumbre del G7, Trump endureció su discurso: rechazó un alto el fuego y pidió “el fin real” del conflicto. Reiteró que Irán no debe acceder a armamento nuclear y, aunque no descartó un eventual diálogo con Teherán, subrayó que la paciencia de su gobierno se agota. Por ahora, Estados Unidos solo participa en la defensa aérea de Israel frente a los misiles iraníes, pero no ha ejecutado ataques ofensivos.

Desde su red Truth Social, el presidente ha lanzado mensajes ambiguos que contrastan con las declaraciones de su entorno. “Tenemos control total sobre los cielos de Irán”, escribió, destacando la superioridad militar estadounidense. Luego, advirtió directamente al líder supremo Alí Jamenei, insinuando que conoce su paradero y que podría actuar si continúan los ataques contra tropas o civiles estadounidenses en Medio Oriente.

Aunque aún no hay confirmación oficial sobre una ofensiva inminente, la presión crece. Trump enfrenta divisiones dentro de su administración respecto al nivel de intervención, mientras que Israel espera que EE. UU. respalde su escalada militar.