Imagine, estimado lector, que usted ha contratado a un maestro albañil —y a su equipo— para construir su casa. Ahora imagine que se la entrega mal hecha, que se haya gastado el dinero en materiales de mala calidad, que haya querido maquillar algunos errores y que, para colmo, le hayan sacado una cutra de más de 80 mil soles. Pues bien, todo esto describe lo que ha pasado en la ejecución del saldo de obra de la “Creación de los servicios universitarios de la Universidad Nacional de San Agustín en la ciudad de Camaná”. Estamos hablando de la sede de la UNSA en el distrito de Samuel Pastor.
Como dice el viejo refrán, todo lo que comienza mal termina mal. Antes del último informe emitido por la Contraloría, el 6 de junio, hubo al menos seis hitos de control en los que la obra acumuló un total de 22 observaciones. De todas ellas, a la fecha de ese informe, siete no habían sido corregidas. Es como si usted le señalara al maestro de obra lo que está mal y este solo corrigiera lo que le diera la gana.
Un completo desastre
Este saldo de obra comenzó a ejecutarse el 18 de julio de 2024 y estaba programada su culminación para diciembre de ese mismo año. Sin embargo, de acuerdo con la Contraloría, hubo al menos dos ampliaciones y tres suspensiones de plazo que alargaron su ejecución hasta el 4 de abril de 2025, cuando supuestamente fue entregada. Este proyecto demandó una inversión total de 4 millones 150 mil soles.

En ese contexto, según el informe emitido por la Contraloría el 6 de junio, se han identificado al menos seis situaciones adversas, una más grave que la otra. A continuación, pasaremos a describirlas una por una, desde la menos hasta la más grave.
Para empezar, se supone que el supervisor de la obra, Carlos Augusto Aymachoque, dio el visto bueno para la entrega y liquidación de obra el 26 de mayo. Sin embargo, no advirtió, por ejemplo, que las tomas de corriente se habían improvisado en el área de informática de la flamante sede universitaria. El órgano de control señaló que se extendieron cables desde los fluorescentes para tomas de corriente, cuando estas tomas deberían tener su propio circuito. En otras palabras, si se quisiera cambiar el foco del ambiente observado, habría que evaluar desenchufar todos los equipos de esa toma de corriente. Eso no pasa ni en su casa, estimado lector. Y eso que recién vamos calentando.
Además, otra observación grave es que la instalación del sistema de agua potable en la zona del auditorio está mal hecha. Al cerrar la llave del caño, el agua termina fugando a chorros por las juntas del cerámico. Esto, de acuerdo con la Contraloría, se debe a que se cambiaron las bombas de agua en dos oportunidades sin cumplir con lo especificado en el expediente técnico.

Y seguimos, la instalación del techo, elaborado con estructura metálica en el hall de ingreso de la sede universitaria, también es otro problema. “Las viguetas transversales mostradas no están soldadas respetando el centro de gravedad de las mismas”, describe el informe de la Contraloría. Si usted es arquitecto, entenderá la gravedad del asunto. Este defecto “podría generar riesgo de la seguridad estructural”; en otras palabras, si ese tema no se corrige, la estructura puede deteriorarse al punto de poner en riesgo la integridad de los estudiantes. Y seguimos calentando.

La ley del más vivo
Aparte de los trabajos mal hechos antes descritos, también dejaron de ejecutarse —o se ejecutaron de manera parcial— al menos seis partidas presupuestarias. Por ejemplo, se compraron solo 44 de los 66 árboles ornamentales programados. Además, se supone que debía instalarse piedra laja de colores en el estacionamiento de bicicletas, y en su lugar se hizo un vaciado de concreto.
Tampoco se instalaron las sombrillas para las mesas exteriores (patio); no se encontró sistema de extracción de aire para la cocina; tampoco un gabinete para los extintores; no se compró un reloj de asistencia biométrico; y así sucesivamente. Esta lista de deficiencias al menudeo suma más de 84 mil soles de posible perjuicio económico, de acuerdo con la Contraloría.
Le cutrearon en su propia casa, estimado lector.
Pero ahí no queda todo. En al menos 14 ambientes de la universidad debió instalarse vidrio templado, conforme al expediente técnico, pero se colocó vidrio crudo, más barato y menos resistente. Asimismo, se colocaron urinarios sin considerar las medidas correctas; las cajas de desagüe tienen perforaciones que podrían ocasionar colapsos y generar contaminación cruzada; las juntas de las paredes de al menos 16 ambientes no estaban bien hechas o eran inexistentes; las barandas están mal soldadas; el monitor de las cámaras de seguridad está instalado fuera del cuarto de control, y hay otras más de 40 observaciones que harían imposible la lectura completa del presente reportaje. Pero, a esta altura, estimamos, querido lector, que hemos dimensionado adecuadamente el desastre de obra que se ha pretendido entregar a la UNSA.
El responsable de los trabajos mal hechos es el Consorcio A y F, conformado por los consorcios Grupo FER y ARCEN Contratistas Generales, y representado por Alan Guerra Bueno. Como mencionamos previamente, el supervisor fue Carlos Augusto Aymachoque. Este último se hizo de la vista gorda ante estas deficiencias y dio conformidad a la entrega de la obra el 26 de mayo último. Recuerden: todas estas observaciones fueron hechas durante la visita del 3 de junio. ¿Cómo es que se le dio conformidad?