Colaboración de Miguel Ocas
La noche del martes 13 de mayo, el distrito de Majes vivió otra jornada marcada por la violencia. Dos personas fueron asesinadas a tiros en la Asociación Los Maqueños, en lo que sería un nuevo caso de sicariato. El ataque se produjo alrededor de las 7:40 p.m., cuando dos sujetos a bordo de una motocicleta irrumpieron en una vivienda y dispararon a quemarropa contra una pareja.

Guerra por terrenos
En el lugar murió Adelayda Supo Cáceres, de 53 años. Su pareja, Quintín Nemesio Hilacama Tito, de 55, fue hallado aún con vida, tendido en el piso. Sin embargo, falleció mientras era trasladado al Hospital Central de Majes debido a la gravedad de sus heridas.
Según los primeros reportes policiales, el móvil del crimen estaría relacionado con una disputa por terrenos. Este tipo de conflictos viene repitiéndose en distintas zonas del distrito, donde la informalidad y el vacío de autoridad han convertido los predios en botines para organizaciones criminales.
Los vecinos, aterrados, dieron aviso a la Policía Nacional y al Ministerio Público, que llegaron al lugar para iniciar las diligencias. La escena del crimen reflejaba la brutalidad del ataque: múltiples impactos de bala, sangre en el suelo y una comunidad paralizada por el miedo.

Extorsiones y sicariato
Pero ese no fue el único hecho violento registrado ese mismo día. A las cuatro de la tarde, en el sector de Villa Industrial, delincuentes detonaron un explosivo en el interior de un bar clandestino. La explosión no dejó heridos, pero generó pánico entre los clientes, que huyeron despavoridos.
Trascendió que el atentado habría sido una amenaza contra el propietario del establecimiento, relacionada con el cobro de cupos. En Villa Industrial funcionan numerosos bares informales, prostíbulos encubiertos y locales que operan al margen de la ley, convirtiendo la zona en un foco de inseguridad.
Estos episodios se suman a una seguidilla de hechos de sangre que tienen en vilo a Majes. En noviembre del año pasado, una pareja de criadores de pollos fue torturada y asesinada en su vivienda de la Asociación APEX. En febrero, una balacera por tráfico de terrenos dejó tres muertos y cuatro heridos en Residentes de Maca.

Más recientemente, el 3 de mayo, una mujer fue asesinada a balazos en la parcela 309 de Villa Industrial, zona donde también proliferan locales vinculados a la prostitución. Y el 16 de abril, cuatro delincuentes en motocicletas dispararon a un cambista en plena calle Socabaya para robarle 60 mil soles.
Autoridades sin propuestas
A estos crímenes se suma una larga lista de asaltos, robos a mano armada y extorsiones a agricultores y vecinos del distrito. La población vive bajo amenaza constante, mientras la sensación de abandono por parte del Estado se hace cada vez más evidente.

Frente a esta situación, las autoridades se reunieron ayer por la tarde en la sede de la Municipalidad Distrital de Majes. Participaron el alcalde Jenry Huisa Calapuja, la subprefecta Andrea Macedo Pilco, el jefe de la Comisaría Sectorial de El Pedregal, representantes de la Fiscalía, AUTODEMA, el Centro de Salud Mental y dirigentes de juntas vecinales.
Sin embargo, la reunión del Comité Distrital de Seguridad Ciudadana no trajo soluciones concretas. Las autoridades se limitaron a exponer estadísticas y prometer acciones a futuro. La Policía reiteró su compromiso de patrullar las calles y atender denuncias, mientras que la propuesta central del alcalde fue implementar mesas técnicas para abordar la violencia familiar.
La subprefecta, por su parte, solo tomó apuntes. En las calles, la realidad avanza más rápido que las promesas: sicarios, extorsionadores y bandas armadas continúan sembrando el terror en Majes, un distrito que parece haber sido abandonado a su suerte.