desde el 1 de junio, ciudadanos de Perú, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay podrán ingresar a China sin necesidad de visado por un periodo de hasta 30 días. El anuncio, confirmado por el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lin Jian, marca un nuevo capítulo en la política de apertura de Pekín, que busca reanimar el turismo y fortalecer lazos internacionales tras los años de encierro pandémico.
La medida estará vigente hasta el 31 de mayo de 2026 y aplica a portadores de pasaportes ordinarios que viajen por turismo, negocios, visitas familiares, intercambios culturales o tránsito. “Queremos facilitar los intercambios entre pueblos y fomentar la cooperación amistosa”, declaró Lin, en línea con el discurso que Xi Jinping trazó durante la última cumbre China–Celac.
Aunque el gesto parece logístico, su trasfondo es geopolítico. China, que desde 2023 ha suavizado sus políticas migratorias con países como España, refuerza así su estrategia de influencia en América Latina. No es casual: ya es el principal socio comercial de Perú y Brasil, y su presencia regional se expande con obras de infraestructura y comercio bajo el paraguas de las Nuevas Rutas de la Seda.
Esta exención no solo abarata costos y trámites para los viajeros, sino que representa un mensaje claro: China quiere más presencia latinoamericana en su territorio.