Un aspecto que llama la atención es la presencia de Adrianzén en la foto oficial del nuevo gabinete.

Tras la renuncia de Gustavo Adrianzén como presidente del Consejo de Ministros, la mandataria Dina Boluarte decidió mover apenas dos fichas: el premierato y el Ministerio de Justicia. El resto de la mesa se mantiene intacta, en una fotografía que delata el aislamiento y la endogamia de un gobierno sin oxígeno ni interlocutores fuera de Palacio.

Eduardo Arana, hasta ayer ministro de Justicia y Derechos Humanos, asumió el rol de premier. Pero en la práctica, su influencia ya era ejercida desde las sombras, como lo han revelado diversos reportes periodísticos de alcance nacional. A Arana se le atribuye el diseño de estrategias para blindar a Boluarte frente a los escándalos del ‘Rolexgate’, los estados de emergencia indefinidos y las reformas autoritarias. No se trata de un nuevo rostro, sino de la institucionalización de un poder ya operante.

En su reemplazo, asumió el abogado Juan Alcántara Medrano, cuya cercanía con Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta, no ha sido negada ni por él mismo. Alcántara carga, además, con cuestionamientos de la Contraloría por contrataciones irregulares cuando era secretario general de la Municipalidad de Breña, y por su paso por el Despacho Presidencial. Su ascenso, más que meritocrático, parece familiar.

Sinceramiento del poder

“El sinceramiento del poder del señor Arana confirma que Boluarte no pretende dialogar con el país, sino con el Congreso”, sostiene el politólogo José Alejandro Godoy. Y es que, frente a una desaprobación ciudadana que supera el 80%, la presidenta parece haber decidido administrar la crisis desde la sobrevivencia, sin renovar el pacto social, sin ampliar su base política, sin escuchar a nadie que no sea parte de su círculo íntimo.

“Es evidente que la presidenta no tenía intención alguna de renovar el gabinete ministerial. Y, de haberla tenido, dada su baja aprobación y legitimidad, habría enfrentado dificultades adicionales para encontrar, fuera de su entorno, personas dispuestas a aceptar un cargo ministerial”, advirtió Godoy a un medio de alcance nacional.

En un claro intento de calmar las aguas, 24 horas antes, Boluarte juramentó a tres nuevos ministros: César Sandoval Pozo, en Transportes y Comunicaciones; Carlos Alberto Malaver, en Interior; y, el cambio más polémico para el sector empresarial, Raúl Pérez Reyes Espejo, tras la salida de José Salardi.

Estos cambios no alcanzaron para amortiguar las intenciones del parlamento de censurar a Adrianzén, quien se vio obligado a renunciar la noche del martes. Tanto Sandoval, Malaver y Pérez fueron ratificados en sus puestos este miércoles por la presidenta.