Con información de Encuentro
El Museo Chiribaya, ubicado en el distrito de El Algarrobal, provincia de Ilo, Moquegua, resguarda un valioso legado arqueológico: las momias de perros que, tras recientes investigaciones, han sido reconocidos oficialmente como una nueva raza canina peruana, el pastor Chiribaya.
Desde su creación hace 32 años, este recinto ha sido clave para el estudio de la cultura Chiribaya, una sociedad preinca que habitó entre los años 900 y 1350 d.C., destacando en cerámica, textilería y crianza de camélidos.
Sin embargo, el mayor atractivo para los visitantes del museo son las momias de perros, que ahora se sabe pertenecen a una raza ancestral que ha perdurado hasta nuestros días, así lo afirma Ángela Gutiérrez Pacheco, administradora del museo.

“Recibimos sobre todo a chilenos y bolivianos atraídos por la cultura peruana. En sus comentarios resaltan que lo que más les impresiona es el amor que los antiguos habitantes del valle sentían por sus canes y destacan que los perros en la actualidad conservan características de esta raza antigua”, comentó.
En las seis salas del museo están en exhibición dos momias de perros y ocho momias humanas, junto a cerámicas, textiles, restos de alimentos oriundos y herramientas. El recorrido completo puede realizarse en 45 minutos.
A fines de marzo, la Federación Canina Americana reconoció oficialmente al pastor Chiribaya como una raza canina originaria de Perú. Este reconocimiento internacional es fundamental para preservar su legado y fortalecer la identidad cultural peruana. El anuncio lo hizo en su asamblea general realizada en Brasil, y fue a pedido de la Asociación Canófila Peruana y la Unión Canófila Peruana.
También se está promoviendo un proyecto de ley para declarar al perro pastor Chiribaya como Patrimonio Natural y Cultural de la Nación.

Cementerio de mascotas
En los años noventa, la antropóloga Sonia Guillén junto a un equipo de arqueólogos, hallaron en El Algarrobal un cementerio de canes con más de 80 momias. Estaban envueltos en finos textiles y con restos de comida, lo que hizo suponer, a los investigadores, el gran aprecio que tenían los chiribayas por estos canes de aspecto poco fino pero que trascendieron en la historia.
Su hipótesis es que el perro Chiribaya era un pastor por excelencia y acompañaba a su amo por los caminos más duros, cuidando el ganado de llamas y alpacas. Sus patas traseras, similares a las de un conejo, los hacían perfectos para esa labor. En las excavaciones también se encontraron las momias de aquellos pastores.

Otra de sus características físicas, que incluso se pueden apreciar en los perros de la zona como Chiri, la perrita engreída del Municipalidad del Algarrobal, son las orejas semicaídas, hocico de tamaño regular, pelaje desigual y largo de tonalidades beige, crema, amarillo, aunque también pueden presentar colores oscuros como marrón o negro, y cola pomposa y elevada.
El Museo Chiribaya continúa siendo un punto de referencia para quienes desean conocer más sobre esta raza y la cultura que la vio nacer. Reciben al público de martes a viernes de 08:30 a 15:30 horas y los fines de semana y feriados de 09:00 a 15:00 horas.
Este museo es solo uno de los atractivos del distrito de El Algarrobal. Como indicó su alcalde a Encuentro, Florentino Nina Fernández, este es un distrito pequeño, pero está lleno de historia viva por su herencia Chiribaya, los árboles de olivo de 480 años de antigüedad y está a solo 10 minutos del distrito de Ilo, y sus reconocidas playas.