La muerte del Papa Francisco en la madrugada del 21 de abril marcó el final de un pontificado progresista que buscó acercar la Iglesia Católica a la modernidad y a los sectores históricamente marginados. Con su fallecimiento, el mundo católico se enfrenta a una pregunta crucial: ¿quién será su sucesor? El cónclave papal, compuesto por los cardenales menores de 80 años, se reunirá en la Capilla Sixtina para elegir al próximo Papa, una figura que marcará el rumbo de la Iglesia en los próximos años.

Más allá del nombre, lo que está en juego es la dirección que tomará el Vaticano. La elección podría representar una continuidad del legado de Francisco o, por el contrario, un giro hacia una Iglesia más conservadora. “La gran pregunta que tienen que resolver los cardenales ahora es si quieren un Papa europeo o no”, señaló a Infobae la vaticanista Inés San Martín. Esa decisión, según explica, también implicaría definir si habrá o no continuidad con la línea pastoral y doctrinal de Francisco.

Entre los candidatos no europeos con posibilidades figuran algunos africanos como Fridolin Ambongo Besungu y Peter Ebere Okpaleke, mientras que las opciones latinoamericanas y norteamericanas son vistas como poco viables. La lista de posibles sucesores incluye nombres conocidos por su trayectoria diplomática, su cercanía con el Papa saliente o su sintonía con los sectores conservadores. A medida que se acerca el cónclave, los “papables” ya despiertan análisis y especulaciones.

Los europeos

Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano podría ser favorito.

Uno de los nombres más mencionados es el del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Italiano, de 70 años, Parolin es considerado un moderado y hábil negociador, capaz de tender puentes dentro de una Iglesia dividida. Sin embargo, la tradición juega en su contra: rara vez un secretario de Estado ha sido elegido Papa. Aun así, su perfil de estadista y su cercanía con Francisco lo mantienen como una opción fuerte.

Del lado conservador se encuentra Peter Erdö, cardenal húngaro de 72 años. Conocido por su rigidez doctrinal en temas como el matrimonio o la diversidad sexual, Erdö podría representar un retorno a una Iglesia más ortodoxa. Fue una figura clave en Europa años atrás, aunque hoy tiene un perfil más bajo. Su escasa exposición pública y menor protagonismo en los últimos sínodos podrían jugarle en contra.

Zuppi ha mostrado un enfoque ecuménico y ha sido muy activo en la diplomacia internacional.

Otro nombre fuerte en la línea progresista es Matteo Zuppi, cardenal italiano de 69 años y muy cercano al Papa Francisco. Promotor del diálogo interreligioso y abierto a comunidades marginadas, Zuppi ha trabajado en procesos de paz y ha ganado respeto por su sensibilidad social. Su bajo perfil mediático y el rechazo de sectores conservadores podrían obstaculizar su elección, aunque su figura encarna el deseo de una Iglesia más humana.

Otros a resaltar

Luis Antonio Tagle podría convertirse en el primer Papa asiático.

En contraste, el filipino Luis Antonio Tagle representa un rostro más inclusivo y pastoral. A sus 67 años, su juventud relativa podría traducirse en un pontificado largo. Conocido por su apertura hacia divorciados y comunidades LGBTQ+, Tagle es visto como heredero espiritual de Francisco. No obstante, algunos cardenales podrían cuestionar su falta de experiencia administrativa pese a su fuerte carisma pastoral.

Desde África, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, de 65 años, se perfila como uno de los conservadores con mayor visibilidad. Con postura firme frente a las bendiciones a parejas del mismo sexo, Ambongo representa el conservadurismo africano, que difiere en matices del europeo. Otro africano con posibilidades es el nigeriano Peter Ebere Okpaleke, de 62 años, quien goza de una imagen más centrista y fue respaldado por Francisco frente a resistencias locales.

Fridolin Ambongo Besungu: su origen africano lo posiciona como una opción relevante.

También figura Charles Maung Bo, arzobispo de Yangón, Myanmar. A sus 76 años, Bo es conocido por su defensa de los derechos humanos frente a la represión militar en su país. Su rol al frente de la Iglesia asiática y su compromiso con las minorías lo convierten en una figura simbólicamente poderosa. Sin embargo, su edad podría ser un factor en contra frente a candidatos más jóvenes.

Otro nombre que ha ganado atención es el del cardenal Pierbattista Pizzaballa, de 60 años, patriarca latino de Jerusalén. Aunque italiano de nacimiento, su largo servicio en Oriente Medio le da una perspectiva misionera que lo distingue de otros candidatos europeos. Su experiencia en diálogo interreligioso y su distancia de las internas vaticanas lo posicionan como una figura capaz de tender puentes en un contexto global complejo.

En cuanto a los cardenales argentinos, hay cuatro con derecho a voto en el cónclave: Ángel Rossi, Mario Poli, Vicente Bokalic y Víctor Manuel Fernández. Este último, muy cercano a Francisco, ha sido una figura clave en temas doctrinales y ha impulsado reformas inclusivas. Aunque ninguno aparece entre los favoritos, su presencia muestra la influencia que aún tiene el ala latinoamericana dentro de la Iglesia.

La elección

La elección del nuevo Papa se realizará en el cónclave, un proceso riguroso y secreto que se desarrolla en la Capilla Sixtina. Solo pueden votar los cardenales menores de 80 años, actualmente 138 de un total de 252. Durante el cónclave se realizan votaciones hasta que un candidato obtenga los dos tercios necesarios. El proceso puede durar entre 15 y 20 días y está marcado por la oración, el aislamiento y el simbolismo litúrgico.

Una vez elegido, el nuevo Papa será anunciado con la tradicional fumata blanca y el “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Más allá del nombre y el rostro del sucesor, su elección definirá el rumbo que tomará la Iglesia Católica en un momento histórico de profundas transformaciones internas y externas.