Una figura peculiar ha agitado sus alas durante casi tres décadas, dejando una estela de carcajadas y reflexiones. Hablamos, damas y caballeros, del inclasificable A.J. Lessness Podestá Cuadros, el demiurgo detrás de la revista satírica y políticamente incorrecta que conocimos y amamos, o quizás temimos un poquito: «El Gallito». Esta revista llena de ironía y sátira, nacida en 1998, tendrá su última edición el próximo martes 13 de mayo. Con esa se contarán 666 números, para luego ya no volver a editarse más. Pero la creatividad de Podestá Cuadros no morirá allí, ahora amenaza con volver más digitalizado con un podcast y hasta un libro.

El impulso: su padre

A los 19 años Lessnes Podestá logró mención honrosa en el «Cuento de mil palabras» de Caretas.

Desde sus tempranos años de lector empedernido, A.J. Lessness demostró una insaciable curiosidad por las letras y la Literatura. Él se zambullía en mundos de papel, incubando las semillas de las historias que más tarde eclosionarían con una irreverencia sin precedentes como marca registrada.

A los ocho años, ya tecleaba en una máquina de escribir relatos protagonizados por sus juguetes, enviándolos subrepticiamente a su padre, tal vez buscando una primera aprobación para su humor incisivo. Aquel gesto infantil, sin saberlo, presagiaba el método clandestino con el que, años después, «El Gallito» se infiltraría en los reductos del ocio arequipeño. 

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“Mi papá tiene muchos libros en la casa. Él no es de los papás que te prohíbe tocar sus libros. Simplemente dejaba que coja sus editoriales. Había libros de todo tipo. Ese fue el acicate para empezar primero a leer y luego crear mis historias. Leía más que los niños promedio de mi edad”, cuenta mientras nos muestra una de las primeras ediciones de su magazine.

Sus pininos 

La pandemia no fue impedimento para que Podestá quién desarrolló una veintena de ediciones a mano.

La adolescencia lo encontró afinando su pluma escritural. Con 19 años, obtuvo una mención honrosa en el prestigioso concurso «El Cuento de las Mil Palabras» de la revista Caretas. Este espaldarazo fue solo el preludio de una aventura vital que lo llevaría a dar a luz a su propia tribuna de humor y crítica. Así, en noviembre de 1998, con el apoyo económico inicial de parientes visionarios, nació «El Gallito».

“Mi mamá me compraba unos soldaditos de plástico. Yo jugaba con eso y después escribía historias. Se las mandaba a mi papá por debajo de la puerta. Cuando gané este premio me la creí. Tiempo después empezó este proyecto que al comienzo tenía cuatro avisos que eran de mis parientes”, añade. 

Desde sus primeras ediciones, esta publicación se distinguió por su estilo viperino, su capacidad para desnudar la hipocresía y su punzante sátira política. La irreverencia de «El Gallito» se ganó un espacio en el corazón, y a veces en la bilis, de un público diverso, ávido de una mirada menos solemne y más mordaz de la realidad local y nacional. 

“Arequipa no tenía un magazine de humor. Esta es una beta que no ha sido explotada. El Gallito es un medio escrito de sátira política y comentarios agudos denostando a las autoridades. Por eso es que la gente se enganchó conmigo. Es popular y gracioso”, cuenta el escritor también conocido como Lessness Wallace. 

Ediciones hechas a mano

La estrategia de «El gallo» no fueron los quioscos, sino la distribución en restaurantes y centros nocturnos.

Su estrategia de distribución gratuita en discotecas, restaurantes y cines fue tan astuta como un gallo que se escabulle del corral. Mientras otros medios buscaban lectores en los quioscos, el magazine arequipense los encontraba en sus momentos de esparcimiento, inyectando dosis de humor ácido. “Es mentira que la gente no lee, a mí me leían incluso en las discotecas. Hay que saber cómo contar las cosas”, reflexiona.

Incluso en los tiempos aciagos de la pandemia, cuando el papel escaseaba y la incertidumbre reinaba, A.J. Lessness no se amilanó. Con una creatividad artesanal, produjo ediciones hechas a mano, demostrando que la picardía y el ingenio no conocen de cuarentenas ni restricciones.

“Cuando llegó la pandemia no había donde conseguir papel, pero uno tenía que comer. Así que empecé a hacer los gallitos dibujados, todo a mano. Le tomaba foto y se lo enviaba a un amigo para que la retoque. Después lo difundía por Facebook y fue un ‘boom’. Son entre 20 y 25 ediciones artesanales”, recuerda. 

A pesar de no ser un dibujante consumado, su estilo visual, tan peculiar como su prosa, nunca perdió esa chispa que lo caracterizaba. Sus portadas y viñetas eran un espejo deformante de la realidad, donde los políticos eran caricaturizados con una saña cariñosa y los temas tabú eran abordados con una soltura pasmosa.

El Gallito llega a su fin 

Después de 27 años El Gallito llegará a su fin con el número 666, el martes 13 de mayo.

Pero como todo ciclo tiene su fin, incluso el cacareo más estridente tiene su último eco. Después de 27 años de editoriales y 666 ediciones que quedarán para la posteridad (un número que seguramente respalda las delicias de su humor negro), «El Gallito» se despide de sus lectores el próximo 13 de mayo de 2025.

Sin embargo, este adiós no es un silencio definitivo. A.J. Lessness, cual ave fénix con plumas de gallo, se prepara para emprender nuevos vuelos. Está por terminar de escribir su nuevo libro. Y por si fuera poco, madura la idea de un podcast titulado «Ave Gallius», donde seguramente su irreverencia y picardía encontrarán un nuevo nido sonoro.

Así, con una mezcla de nostalgia y expectación, despedimos a «El Gallito», ese peculiar medio de comunicación que nos enseñó que la sátira puede ser tan efectiva como un buen picotazo y que la crítica, sazonada con humor, siempre encuentra un público dispuesto a reír, aunque a veces sea a regañadientes. Larga vida al legado de «El Gallito» y que «Ave Gallius» nos siga despertando con su canto irreverente.