La condena a 15 años de prisión contra Ollanta Humala y Nadine Heredia por lavado de activos confirmó un patrón que arrastra a la élite política del Perú. Con este fallo, Humala se suma a Alberto Fujimori y Alejandro Toledo como el tercer expresidente sentenciado en las últimas tres décadas. En el caso de Humala,el Partido Nacionalista recibió fondos ilícitos de Venezuela y de la constructora Odebrecht para financiar sus campañas presidenciales de 2006 y 2011. El caso amplía el historial de corrupción presidencial en el país.
El Tercer Juzgado Colegiado de la Corte Superior Nacional encontró a Humala culpable del delito de lavado de activos. Y además ordenó que cumpla condena hasta el 28 de julio de 2039 y deberá pagar una reparación civil de 10 millones de soles. Tras la lectura de la sentencia, las autoridades trasladaron al exmandatario al penal Barbadillo. Reclusorio donde también se encuentra Alejandro Toledo y donde Pedro Castillo cumple prisión preventiva.
La lista de condenados la encabeza Alberto Fujimori, quien acumuló múltiples sentencias por delitos de lesa humanidad, corrupción y espionaje. En 2009, el Poder Judicial lo sentenció a 25 años de prisión por los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta. Además de otros cargos como peculado, falsedad ideológica, espionaje y desvío de fondos públicos. Aunque algunas penas fueron anuladas posteriormente, Fujimori pasó años tras las rejas hasta obtener su liberación anticipada en 2023.
Alejandro Toledo también figura en esta nómina. El Segundo Juzgado Penal Colegiado Nacional lo condenó a 20 años y seis meses por colusión y lavado de activos en el caso Interoceánica Sur. Las autoridades probaron que recibió US $ 35 millones de Odebrecht a cambio de entregarle los tramos 2 y 3 de la carretera. Toledo usó a su amigo Josef Maiman para canalizar el soborno mediante empresas offshore.
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Con Humala, el patrón se repite: el financiamiento ilegal de campañas y el uso del poder para encubrir responsabilidades. La justicia ha documentado, caso por caso, cómo la corrupción penetró las más altas esferas del poder.
A estos expresidentes condenados se suman otros investigados por delitos graves. Pedro Pablo Kuczynski enfrenta cargos por corrupción relacionados a Odebrecht; Martín Vizcarra es investigado por sobornos cuando fue gobernador de Moquegua; y Pedro Castillo cumple prisión preventiva por presunta rebelión y corrupción durante su efímero mandato.
En las últimas tres décadas, la presidencia en Perú se ha convertido en una antesala judicial. La repetición de casos, los mismos nombres y estructuras corruptas, y la constante judicialización del poder reflejan un sistema político atrapado entre la legalidad y la mafia. Barbadillo no es solo un penal, es el espejo de una democracia secuestrada por quienes debieron defenderla.