En la ciudad, la salud pública literalmente se cae a pedazos. Desde febrero, el techo del centro de salud Apurímac, ubicado en Alto Selva Alegre, ha empezado a desplomarse de manera progresiva. Pese al peligro evidente, las autoridades no han reubicado al personal ni a los más de 5 mil pacientes atendidos en el local.

Todo comenzó el 20 de febrero, cuando parte del techo del área de Tópico colapsó durante una fuerte temporada de lluvias. Afortunadamente, no hubo heridos. Pero ese fue solo el inicio. Desde entonces, se han producido nuevos desprendimientos. El más reciente ocurrió el 1 de abril en el área de Laboratorio.

Hoy en día, las grietas avanzan. Ya son visibles en el consultorio de Odontología y en los baños. Médicos y pacientes no saben cuál será el siguiente espacio en venirse abajo. A pesar de ello, las atenciones continúan con normalidad, en medio de la incertidumbre y el miedo.

Tras el primer colapso, se firmaron compromisos entre el Gobierno Regional de Arequipa, la Gerencia Regional de Salud y la Municipalidad Distrital de Alto Selva Alegre. Sin embargo, ninguno se ha cumplido. El diagnóstico de infraestructura prometido nunca se hizo, y el mantenimiento anunciado sigue pendiente.

La situación es crítica. En el centro de salud trabajan 20 profesionales y se atienden cerca de 80 pacientes diarios, muchos de ellos niños, gestantes y adultos mayores. El área de laboratorio dejó de operar por seguridad. Ahora, los utensilios médicos se desinfectan en un baño, lo que agrava los riesgos sanitarios.

El presidente del CLAS, Jeyson Gonzáles, exigió acciones inmediatas. Pidió que la municipalidad cumpla al menos con instalar módulos temporales en un parque cercano. “No podemos esperar un día más”, afirmó. La salud en Alto Selva Alegre no puede seguir esperando promesas incumplidas.