Cada mañana, una misión se repite en casa: preparar la lonchera escolar. Pero más allá del hábito diario, surge la duda inevitable: ¿será realmente nutritiva? Las decisiones que tomamos al empacar estos pequeños menús pueden marcar grandes diferencias en la salud y el rendimiento de nuestros hijos.

Estudios recientes confirman que una lonchera balanceada influye directamente en el crecimiento, la concentración y el bienestar de los escolares. Una buena elección alimentaria ayuda a prevenir males como la anemia o la desnutrición, que afectan el aprendizaje y el desarrollo físico de los niños.

Para armar loncheras que funcionen como aliadas, el nutricionista Alberto Nicho, colaborador de Ajinomoto del Perú, propone cinco consejos prácticos. La clave está en la variedad, el balance y la facilidad de preparación. Porque comer bien no tiene que ser complicado.

El primer paso es combinar los tres grupos de alimentos: carbohidratos, proteínas y frutas. Una opción ideal: pan integral con pollo desmenuzado y palta, acompañado de una mandarina. El truco está en variar las proteínas y frutas para evitar la rutina sin perder valor nutritivo.

El segundo consejo es ajustar las porciones al tamaño del niño. Una lonchera muy grande genera pesadez; una muy pequeña, falta de energía. Usa su puño para medir el carbohidrato, y la palma de su mano para calcular la proteína. Así, su cuerpo recibe lo justo para rendir.

Por último, no olvides la hidratación. El agua debe ser prioridad. Puedes darle un toque de sabor con frutas naturales o preparar refrescos caseros como chicha morada o jugo de maracuyá. Una buena hidratación mejora el ánimo, la atención y previene la fatiga escolar.