El inicio del año escolar en Perú estuvo marcado por contrastes. Mientras algunos estudiantes celebraban el regreso a las aulas, en regiones como La Libertad, las intensas lluvias y la falta de infraestructura convirtieron el primer día de clases en una tragedia La profesora Mónica Vergara Amaya, de la Institución Educativa N.° 82945 del caserío de Melgas, perdió la vida tras intentar llegar a su escuela en condiciones extremas.
El domingo 17 de marzo, Mónica Vergara inició su trayecto desde el distrito de Sayapullo. Tras abordar una camioneta hasta el caserío de Cruz Pampa, emprendió una caminata de varias horas bajo la lluvia y la densa neblina que caracteriza la zona a más de 3,800 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, las condiciones climáticas la desorientaron, y tras dos días de búsqueda, fue encontrada en estado crítico.
La comunidad de Melgas, ubicada en la frontera entre La Libertad y Cajabamba, carece de servicios básicos como postas médicas y vías de acceso adecuadas. Según el director de la escuela, Miguel Vargas Pajares, los docentes deben caminar entre seis y siete horas para llegar a la institución. “Aquí no hay acceso rápido a salud ni infraestructura que facilite el traslado”, afirmó.
Tres maestros que tomaron la misma ruta también se extraviaron, pero lograron ser rescatados a tiempo. Mónica Vergara no corrió con la misma suerte. Fue un comunero quien la encontró mientras pastoreaba sus animales. Mostraba signos de deshidratación y síntomas de pulmonía. Sus colegas intentaron estabilizarla, pero la posta de salud más cercana estaba a cinco horas de distancia.
El desenlace fue desgarrador. La falta de atención médica oportuna y las condiciones del terreno impidieron que Mónica recibiera el cuidado necesario. Su muerte ha conmocionado a la comunidad educativa de Melgas, que ahora exige medidas urgentes para garantizar condiciones seguras para los docentes. “Necesitamos que la UGEL suspenda las clases hasta que haya acceso. Mis maestros están sufriendo”, expresó Vargas Pajares.
La tragedia de Mónica Vergara no solo expone las dificultades que enfrentan los docentes en zonas rurales, sino también la indiferencia de las autoridades. Los maestros denunciaron la falta de mantenimiento de los caminos y la retirada de maquinaria del gobierno regional sin haber realizado los trabajos necesarios. “Aquí no hay qué comer, y las condiciones son inhumanas”, agregó el director.
Mientras la comunidad llora la pérdida de una educadora comprometida, su historia se convierte en un llamado de atención para mejorar las condiciones de los docentes en las zonas más vulnerables del país. La muerte de Mónica Vergara no debe ser en vano: es una demanda urgente de justicia y dignidad para quienes dedican su vida a la educación en las áreas más olvidadas del Perú.