Cusco, la joya del Imperio Inca y corazón cultural del Perú, esconde bajo sus calles empedradas un peligro que podría cambiar su destino. Un equipo de geólogos peruanos y canadienses ha descubierto fallas sísmicas activas que habían permanecido ocultas durante siglos. Este hallazgo, publicado en la revista Technophysics, no solo revela un riesgo latente para la ciudad, sino que también plantea preguntas urgentes sobre la seguridad de sus habitantes y la preservación de su invaluable patrimonio.

Utilizando tecnología de vanguardia, como la magnetotelúrica y el monitoreo de gas radón, los investigadores lograron mapear con precisión estas fracturas tectónicas. La magnetotelúrica, que mide la conductividad eléctrica del subsuelo, y el análisis del radón, un gas que emerge a través de grietas en la tierra, fueron clave para identificar las fallas de Cusco y Alto Qosqo. Estas estructuras geológicas atraviesan zonas densamente pobladas, incluyendo áreas cercanas a la Universidad Nacional de San Antonio Abad y el distrito de Poroy.

La historia sísmica de Cusco es tan antigua como sus muros incaicos. Terremotos devastadores, como los de 1650, 1950 y 1986, han dejado cicatrices en la ciudad. Sin embargo, hasta ahora, no se contaba con un mapa detallado de las fallas responsables de estos movimientos telúricos. El crecimiento urbano y la actividad humana habían borrado las huellas visibles de estas fracturas, haciendo indispensable el uso de técnicas especializadas para su detección.

Pero el peligro no se limita a los temblores. El gas radón, liberado a través de estas fallas, representa una amenaza silenciosa para la salud. Catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la segunda causa principal de cáncer de pulmón, este gas radiactivo puede acumularse en viviendas mal ventiladas. En Cusco la exposición prolongada al radón podría explicar las altas tasas de cáncer de pulmón en la región. Y es que allí muchas construcciones se asientan sobre suelos fracturados, y tampoco es una zona con elevado consumo de tabaco.

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Los hallazgos del estudio no solo son un llamado de atención para las autoridades, sino también una oportunidad para replantear la planificación urbana. Actualizar los mapas de riesgo sísmico, reforzar las normas de construcción y desarrollar campañas de prevención son pasos esenciales para proteger a la población y preservar el legado histórico de la ciudad. Además, el monitoreo continuo del radón podría convertirse en una herramienta clave para anticipar movimientos telúricos y mitigar sus efectos.

Cusco, una ciudad que ha resistido el paso del tiempo y los embates de la naturaleza, enfrenta ahora un nuevo desafío. Comprender las dinámicas de su subsuelo no es solo un avance científico, sino una necesidad urgente para garantizar la seguridad de sus habitantes y la conservación de su riqueza cultural. El futuro de la ciudad depende de cómo respondamos a esta advertencia de la Tierra.