El Papa Francisco ordenó la disolución del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) y de todas las organizaciones creadas por Luis Fernando Figari, acusado de abusos sexuales, físicos y psicológicos. El sacerdote español Jordi Bertomeu, delegado del Vaticano, comunicó la decisión durante una homilía en Lima. “No es un castigo, es todo lo contrario”, afirmó frente a los feligreses.
Bertomeu detalló que el Papa le encomendó esta misión tras escuchar a las víctimas y revisar los hechos. Francisco concluyó que el Sodalicio nunca tuvo un carisma auténtico. La disolución incluye al Movimiento de Vida Cristiana, la Asociación de María Inmaculada, la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y las Siervas del Plan de Dios, que conforman la familia sodálite.
“El Santo Padre decidió después de un largo discernimiento. Me pidió que lo acompañara en este proceso porque el SVC no tenía un carisma genuino desde su origen”, explicó Bertomeu. Agregó que la intención del Papa no es castigar, sino limpiar la institución y rescatar el trabajo de quienes actuaron con buena voluntad.
El sacerdote aseguró que la parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación, en La Molina, seguirá funcionando. Los sacerdotes, laicos y religiosas del Sodalicio se integrarán al clero diocesano. “Al final de este proceso, debemos encontrarnos radicales en Cristo”, dijo Bertomeu ante los aplausos de los asistentes.
El Vaticano tomó esta decisión después de años de denuncias contra Figari y otros miembros del SVC. En 2023, el Papa envió a Perú a Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, expertos en delitos de abuso, para investigar el caso. Tras sus hallazgos, la Santa Sede expulsó a Figari en agosto de ese año.
La semana pasada, el Sodalicio aceptó la disolución ordenada por el Papa y pidió perdón a las víctimas. La organización ya había sido señalada en investigaciones periodísticas y fiscales, así como en el libro Mitad monjes, mitad soldados (2015), que expuso los abusos cometidos desde su fundación en 1971.
Bertomeu cerró su mensaje pidiendo oraciones por las víctimas y por los miembros que seguirán trabajando en la Iglesia. “Es momento de recoger los pedazos y empezar algo mejor, con la misericordia que solo Dios nos da”, concluyó.