Las manos de Juan Carlos López Marín hoy dan forma a sus sueños y los refleja en el sillar y la arcilla. Él es un escultor autodidacta que logró trascender los límites de lo convencional. Con gran destreza crea obras que evocan la esencia misma de la condición humana y otros monumentos en tamaño real, que se exhiben en restaurantes y hoteles. 

Su historia es un relato de pasión y perseverancia. Hace 10 años, este arequipeño de corazón decidió aventurarse en el mundo de la escultura, sin más guía que su intuición y una serie de videos tutoriales. Con cada pincelada y cada golpe de cincel, fue descubriendo los secretos del oficio, puliendo su técnica y potenciando su creatividad hasta lograr la perfección en sus efigies.  

Juan Carlos López es autodidacta. Solo con videos y práctica alcanzdó una gran técnica en la escultura.

“Yo aprendí esto solo. Desde niño siempre me gustaba el arte y por eso empecé a investigar y aprender por cuenta propia. Poco a poco fui mejorando en lo que hago, aunque siempre hay errores en el camino. Uno nunca tiene que darse por vencido”, cuenta desde su taller ubicado en el distrito de Mariano Melgar. 

En el 2024, su dedicación y talento lo llevaron a ganar el XXI Concurso de Tallado en Sillar, organizado por la Municipalidad Provincial de Arequipa en el marco de las celebraciones por el 484° aniversario de la ciudad. Un reconocimiento a su habilidad para transformar la piedra en arte.

Su gran crecimiento en el arte ha destacado y fue premiado el año pasado por sus esculturas en sillar.

Un arduo trabajo

El proceso creativo de Juan Carlos es una danza entre lo ancestral y lo contemporáneo. Sus esculturas de tamaño real, elaboradas con fibra de vidrio y sillar, son el resultado de un meticuloso trabajo que puede extenderse por meses. Y es que cada paso es revisado al mínimo detalle para evitar deformaciones. 

“Toma su tiempo. Las esculturas son una representación propia de la vida. Y hacer que parezca real es altamente completo. Hay que darle forma a cada detalle, desde las manos hasta el cabello, dependiendo del modelo. Un error puede estropear nuestro trabajo”, explica Juan Carlos mientras amasa el barro con fuerza para dar vida a otra obra de arte. 

Hoy su obra es admirada por restaurantes y hoteles, quienes le hacen pedidos que él elabora con amor.

Para elaborar sus esculturas en fibra de vidrio, primero se construye el armazón con alambres y mallas de metal, luego se cubre con arcilla de barro. Finalmente se pule la superficie con resina y fibra de vidrio. En el caso del sillar, la técnica es aún más delicada, requiriendo un tallado paciente y preciso.

Juan Carlos no se limita a la creación de esculturas. Su pasión por el arte lo llevó a explorar nuevos horizontes, fusionando su talento con su oficio de carpintero. Hoy en día, elabora muebles con diseños inspirados en sus esculturas, creando piezas únicas que combinan funcionalidad y estética para los coleccionistas. Su objetivo es abrir una tienda donde pueda exhibir sus obras y compartir su visión artística con el mundo. Por lo pronto, promociona su trabajo en sus redes sociales y por su WhatsApp 983057128. 

Empezó como carpintero y poco a poco ha ido fusionando su primer oficio con la escultura.

Un legado que perdura

Sus modelados son mucho más que objetos inertes. Son expresiones de un alma creativa que supo encontrar en el arte una forma de trascender el tiempo y conectar con lo más profundo de la condición humana. Su obra es un legado que perdurará en el corazón de Arequipa, recordándonos que la belleza puede surgir de la materia más humilde y que el talento, cuando se cultiva con pasión y perseverancia, puede alcanzar metas insospechadas.

“Todavía es un poco complicado. Este arte no es muy apreciado, pero tratamos de entrar en el corazón de los arequipeños con nuestro trabajo. Quiero superarme cada vez más y ser reconocido como uno de los mejores escultores en Arequipa. Seguiré esforzándome para demostrar que existe buen arte en esta ciudad”, reflexiona. 

Cada trabajo, cuenta, le toma buen tiempo porque es meticuloso con los detalles. Ese es su sello.

La historia de Juan Carlos es un faro de inspiración para las nuevas generaciones de artistas. Su ejemplo demuestra que no hay límites para la creatividad y que el arte puede ser una herramienta poderosa para transformar nuestra realidad y construir un mundo más bello y humano. Su obra es una invitación a seguir nuestros sueños, a perseverar en nuestros proyectos y a creer en el poder del arte para cambiar el mundo.

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