Por Augusto Santillana. Abogado y analista político
Entre Perú y México, es evidente que existen muchas similitudes. Su historia milenaria, las dos más grandes culturas originarias que siguen deslumbrando al mundo entero: nuestras culturas Pre Incas e Inca y, los Mayas y Aztecas. Además, su folklore, su música, sus ricas culinarias, de las más encumbradas a nivel latinoamericano y del mundo entero.
Algo relevante que también nos relaciona, es que por primera vez, México, ha elegido a su primera presidenta en los doscientos años de vida republicana, precedida por 65 anteriores presidentes varones. Y, después de cinco décadas desde que las mujeres mexicanas pueden ejercer el derecho al voto.
Claudia Sheinbaum, es desde el 01 de octubre del año pasado, la primera presidenta de México; tiene 62 años, de profesión, ingeniera ambiental, dedicada a la investigación, y de línea política de izquierda, aupada por el expresidente Manuel López Obrador. Como su antecesor, Sheinbaum en la asunción de su mandato, ha recibido el bastón de mando de manos de representantes de los pueblos originarios y ha participado en un ritual prehispánico con incienso y plantas de maíz.
Por el hecho de ser mujer, consecuente con el rol protagónico que la historia le tenía reservada para dirigir los destinos de un país de 130 millones de habitantes, es desde ya un orgullo y, a la vez, una reivindicación al género femenino que representa. Y más aún en un país de arraigo machista, el país de los charros, de las botas y las pistolas.
Hoy, al 13 de enero de 2025, el diario español El País destaca la continuación del idilio de los mexicanos con la presidenta, 100 días después de su llegada al poder, con porcentajes de aprobación que alcanzan el 80%, cuatro puntos más que hace solo un mes. No hay muchos elementos todavía para calificar un buen gobierno, pero tampoco para criticarlo, de modo que la ciudadanía se siente satisfecha con el voto que emitió en las elecciones en las que Claudia Sheinbaum se convirtió en la persona con más sufragios de la historia reciente del país.
Y sí, el Perú, también, tiene a su primera presidenta. Al hartazgo sabemos su nombre. La que dijo alguna vez, “Si al presidente lo vacan, yo me voy con él”, un 7 de diciembre de 2021, en la plaza de Armas Juliaca, en Puno. Por esos días, Pedro Castillo se enfrentaba a su primera moción de vacancia y su primera vicepresidenta, y a su vez ministra de Desarrollo e Inclusión Social, salió a defenderlo públicamente. Vacado Castillo, su vicepresidenta no dudo en asirse la faja presidencial y contra viento y marea, por encima de muertos y heridos, se encumbró en el poder.
Sería que el destino también le tenía reservada esa cita con la historia…pero, lo más seguro es que no le depara un final feliz a su moribundo mandato. Las diferencias con la presidenta de México saltan a la vista. Si bien, el país norteamericano, tiene altos índices de criminalidad y narcotráfico y la inseguridad ciudadana es un problema a resolver; su presidenta da solvencias de capacidad y lo más importante, de honestidad e integridad. Algo que no pasa, con la primera mandataria peruana y el gobierno de varias cabezas que preside.
De las similitudes entre ambos países. Con nuestras propias originalidades nos manteníamos a la par. Para decepción de las mujeres peruanas, nuestra presidenta dista mucho de dar la talla con la mandataria mexicana. Para otra vez será.