La Arquidiócesis de Arequipa homenajeó al Padre Zacarías Kumaramangalam, quien dedicó sus últimos años al Santuario de Nuestra Señora de Chapi. Monseñor Javier del Río Alba presidió la misa de exequias, que reunió a fieles, religiosos y autoridades en un emotivo acto de despedida.
Durante la homilía, Monseñor Del Río Alba destacó el legado del sacerdote indio y lo calificó como un ejemplo de amor y servicio a la Iglesia. “El Padre Zacarías vivió con devoción absoluta a la Virgen de Chapi, marcando el corazón de miles de peregrinos”, afirmó el arzobispo, quien recordó las últimas palabras del rector dirigidas a la Virgen.
El funeral concluyó en el cementerio Parque de la Esperanza. Esto tras varios días en que la parroquia Santísima Trinidad, sede de los Carmelitas de María Inmaculada, acogió su velorio. La ceremonia evidenció la admiración de la comunidad hacia un hombre que transformó su misión pastoral en un acto de amor por Arequipa y la Virgen de Chapi.
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El Padre Zacarías dejó un legado que incluye su labor espiritual y la administración eficiente del santuario, fundamental para la organización de las populares peregrinaciones a Chapi. El sacerdote Samuele Patat continuará este trabajo, cumpliendo con el deseo del propio rector.
Trayectoria espiritual
Nacido en la India en 1952, el Padre Zacarías desarrolló su ministerio en Arequipa, a la que consideró su hogar. Recibió su ordenación sacerdotal en 1983. Y llegó a Perú para servir como administrador parroquial en Quequeña, antes de asumir el cargo de rector del Santuario de Chapi, responsabilidad que desempeñó con dedicación hasta su fallecimiento.
La comunidad manifestó su fervor popular y acudió masivamente a sus exequias, mostrando la huella imborrable que dejó en Arequipa. Su figura trasciende la labor pastoral, convirtiéndose en un símbolo de fe, servicio y entrega para los fieles arequipeños.
Con su partida, Arequipa pierde un pilar espiritual. Pero su legado permanecerá vivo en la devoción a la Virgen de Chapi y las enseñanzas que brindó a la comunidad. Su vida sigue siendo recordada como un testimonio de amor a Dios y de compromiso con los más necesitados.