Escribe: Federico Rosado
Soy de la época cuando el periodismo era un respetable oficio cuya mayor virtud era la credibilidad: lo que aparecía en el periódico o se decía en la radio era la verdad y nada más que la verdad.
Estamos en la época, hace cuatro décadas, de la radio y la prensa, en la que el periodismo imperaba por encima de la realidad, sin puerta que se le cierre, pero por una condición envidiable: respeto.
En la década de 1980, el dial recorrido a través de una perilla de los radios, que eran imprescindibles en los hogares, estaba repleto de emisoras con programas noticiosos, cuyo impacto llegó a ser tan contundente que en las elecciones para diputados arequipeños se conformó la lista independiente «Movimiento de Interés Popular», integrada por 9 periodistas.
El resultado de la elección: 3 del Partido Aprista Peruano, 3 de la Izquierda Unida, 1 de Acción Popular, 1 del Partido Popular Cristiano y 1 del movimiento periodístico.
El elegido, Segundo Villafuerte Pacheco, periodista y copropietario de radio Mundial, tuvo como eslogan de campaña «la grabadora que no miente».
No sería una excepción, luego otros “hombres de prensa” llegarían a tener un espacio político: alcaldes y congresistas.
El reinado del “cuarto poder” fue evidente, así como también el fracaso de las gestiones de quienes ocuparon puestos en el gobierno, aunque ello no restó la presencia significativa de los medios en la realidad arequipeña.
Hasta que llegó la tecnología, específicamente, internet; si bien el efecto no fue inmediato, comenzó un proceso cuyas consecuencias nunca fueron advertidas, menos imaginadas. Sin embargo, sostener que por eso cerraron canales de televisión, radioemisoras y periódicos al pie del Misti es refutable.
Otros factores sumaron a la desaparición progresiva del periodismo y de los periodistas de Arequipa (continuará).