La aviación israelí llevó a cabo bombardeos en la región fronteriza de Janta, atacando presuntas instalaciones utilizadas por Hezbolá para introducir armamento, según informó el Ejército de Israel. Aunque no se precisó si los ataques ocurrieron en territorio sirio o libanés, la acción se enmarca en la escalada de tensiones entre Israel y el movimiento proiraní.
En el Líbano, la agencia estatal NND detalló que los bombardeos impactaron una zona montañosa de la región de Becá, cercana a la frontera con Siria. Este territorio es conocido por su relevancia estratégica y como bastión histórico de Hezbolá, lo que agrava las preocupaciones sobre la seguridad en la región.
El Ejército libanés condenó los ataques, calificándolos como una violación al alto el fuego establecido desde noviembre, tras dos meses de enfrentamientos abiertos entre Israel y Hezbolá. Según las autoridades libanesas, estos actos constituyen una transgresión a la soberanía nacional y exacerban la ya frágil estabilidad.
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Por su parte, la fuerza de mantenimiento de paz de la ONU expresó su alarma ante la continua destrucción en el sur del Líbano. Esta es una región que se mantiene como epicentro de las hostilidades. La ONU instó a ambas partes a evitar acciones que puedan reavivar el conflicto.
Israel justificó los ataques argumentando que buscan evitar el suministro de armas a Hezbolá, una organización que mantiene su alianza con Irán y su oposición activa al Estado israelí. Este operativo es parte de la estrategia de Israel para contrarrestar lo que considera amenazas inminentes desde su frontera norte.
El conflicto actual sigue alimentado por tensiones históricas. Desde octubre de 2023, los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá se intensificaron. Hezbolá lanzó proyectiles en solidaridad con Hamás, en guerra con Israel en Gaza. Las hostilidades han dejado un rastro de devastación y han complicado aún más los esfuerzos por una paz duradera.