Por Carmen Rivera Mendoza / Catedrática Universitaria

Hay pausas instantes que ruegan ser perennes, el anhelo más grande es dejarlos ahí incólumes, sobrevivientes de tiempo y momentos a la inevitable marea del olvido, cómo no agarrar de la mano el minuto de esa primera mirada o estrechar fuertemente el segundo de la despedida y finalmente como no quedarse con la última batalla del cuerpo rendido “En pausa, lentamente, primigenio y recóndito los sentires en el aire/el humo en la estrechez de los cuerpos/ reconozco lo vivido y premio el gemido delirante de la pertenencia” (Rivera, 2024).

Es la poesía que construye la metáfora a medida, el epíteto perfecto, no hay equivocaciones ni yerros, transparente, clara, imán atrayente, constructora incesante de vínculos, que no se agotan no sucumben, el significado se empequeñece ante la inminencia simbólica del yo, es pertinente, es necesario el eco se materializa para la construcción del artefacto inmanente de la sensualidad y el erotismo “Llovida de pasiones/ en aniegos delirantes de deseo me descubro/ y llego, me descubro y pienso/ cubro y siento/ cubro quiero/ encubro/ el calor que mece el estentóreo apego” (Rivera, 2024).

El yo lírico se complace en alegoría y sinergia “Es tu presencia la que lleva/ el eco perdido que se eleva/ en tu imagen encuentro/ indefinible los conceptos/ sin puntualizar el criterio/ la boca al beso/ el tacto al sexo/ el orgasmo al verso” (Rivera, 2024). Conjunción imperfecta en un cuadro sin lienzo para ser pintado con el óleo del sudor de los vientres en letargo, de los senos en descanso y el pubis rendido en habitaciones que todo lo saben que callan en espera del próximo acto.

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Es el encuentro de la sobrevivencia sin acatamientos “Inacabada, etérea, neblina/ como un largo suspiro culmina/ en tus ojos en las manos/ que tocan y enervan a tus pasos” (Rivera, 2024). En la intimidad de la creación compartida surge el propósito primero: interrogaciones sucesivas en búsqueda de respuestas. La poesía se rinde ante lo erótico y desvestida de prejuicios busca la perduración susurrante de los clímax y la temporalidad de las eyecciones como diría Bataille en “Un acto de trasgresión contra el sometimiento… difícil de emprender a través de la palabra” (p. 52).

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