El general de brigada EP Víctor Canales Rosas dejó su cargo con un discurso que desafió los límites de la formalidad militar. Desde el cuartel de Artillería Coronel Francisco Bolognesi en Arequipa, Canales instó a sus tropas a preservar el honor y la justicia, mientras criticaba los vicios que, según él, afectan a las Fuerzas Armadas.
En su mensaje, el general exhortó a evitar la corrupción y a respetar la ley, marcando distancia de prácticas que describió como «distorsiones de la justicia». Sus palabras se percibieron como una crítica hacia las decisiones recientes del alto mando militar, alineado con el Gobierno de Dina Boluarte.
La resolución que dispuso su baja, efectiva a partir del 1 de enero de 2025, responde a la renovación de cuadros, aunque no detalla los motivos específicos. Este hecho llevó a Canales a apelar directamente a la presidenta Boluarte, donde cuestionó un sistema que, según él, prioriza intereses políticos sobre la meritocracia.
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Durante su discurso, cargado de simbolismo, Canales se autodeclaró íntegro al afirmar: «Termino el ejercicio del Comando con las manos y mi conciencia limpias». Este gesto, además de lo visual, reafirmó su postura ante lo que considera una crisis de liderazgo en las Fuerzas Armadas.
La apelación del general evidenció una fractura dentro del Ejército, haciendo más claras las tensiones entre lealtades políticas y principios institucionales. Fuentes militares aseguran que este caso refleja un malestar creciente por decisiones que afectan la moral y la cohesión interna.
El retiro de 17 generales de brigada, entre ellos Canales, y los ascensos de nuevos oficiales a puestos clave generan cuestionamientos sobre la dirección del Ejército. Las autoridades parecen haber diseñado estos movimientos estratégicos para consolidar una estructura alineada con el Ejecutivo, limitando el espacio para voces críticas.