El gobierno de Bachar Al Asad, quien estuvo en el poder durante 24 años, colapsó este domingo tras una ofensiva de una coalición de insurgentes. Estos tomaron Damasco sin apenas resistencia después de 12 días de combates en todo el país. La caída de Bachar Al Asad marca un cambio dramático en Siria, ya que la capital fue escenario de una mezcla de celebraciones y caos en su primer día sin el régimen en el poder.
Las calles de Damasco se llenaron de ciudadanos y combatientes insurgentes, quienes disparaban al aire en señal de triunfo. Sin embargo, el ambiente festivo se vio rápidamente alterado por el toque de queda impuesto por los insurgentes, que comenzó a las 16:00 hora local y se extendió hasta las 5:00 del día siguiente. A medida que oscurecían las calles, la presencia de combatientes en las calles aumentó, y varios comercios cerraron debido a la falta de personal y cortes de luz en algunas zonas.
Las autoridades insurgentes advirtieron a la población de no disparar al aire ni dañar las propiedades públicas y privadas, bajo la amenaza de severas sanciones. Quienes incumplieran estas órdenes, ya fueran militares o civiles, podrían enfrentarse a grandes castigos, que incluyen prisión y multas. Con estas medidas, los insurgentes intentan imponer orden en un contexto de gran incertidumbre y caos.
El líder insurgente Ahmed al Charaa, conocido como Abu Mohamed al Jolani, realizó una visita simbólica a la histórica Mezquita de los Omeyas en Damasco. En su discurso, al Jolani destacó que el derrocamiento de Al Asad marcó «una nueva historia para toda la región». Además, agregó que «hoy se ha limpiado Siria, gracias a Dios y a los muyahidines». La visita tuvo un fuerte impacto simbólico, ya que la mezquita es uno de los templos más sagrados de Siria.
A pesar de las celebraciones en la capital, las tensiones continúan. Los insurgentes, agrupados bajo la coalición que derrocó a Al Asad, buscan ahora asegurar su control sobre la ciudad y el país, mientras que las fuerzas leales al ex presidente intentan reorganizarse. El futuro de Siria sigue siendo incierto, con el nuevo poder insurgente enfrentando grandes desafíos para estabilizar el país.
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Bombardeos aéreos
Mientras tanto, Estados Unidos intensificó sus esfuerzos en Siria, con bombardeos aéreos contra el Estado Islámico (EI) en el centro del país. El Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM) informó que los ataques tuvieron como objetivo a líderes y campamentos del EI, sin reportar víctimas civiles. Washington teme que el vacío de poder dejado por la caída de Al Asad permita al grupo terrorista aprovechar la situación para reorganizarse.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró que evitar el resurgimiento del EI será una de las prioridades de su gobierno. Con 900 soldados estadounidenses desplegados en Siria como parte de la coalición internacional contra el EI, Biden reafirmó el compromiso de mantener las tropas en el país para evitar que el grupo extremista recupere terreno y vuelva a amenazar la estabilidad de la región.