La joven de 16 años fue detenida tras las protestas postelectorales de julio, lo que desató una ola de condenas por su encarcelamiento injusto. Su liberación llega en medio de tensiones diplomáticas entre Venezuela y Portugal, y de la denuncia de abusos a menores en prisión.

En un giro inesperado, el gobierno de Nicolás Maduro liberó a Mariana González, una adolescente de 16 años que había sido detenida desde el 29 de julio tras las protestas contra los resultados de las elecciones presidenciales. La joven, arrestada en el contexto de un fraude electoral ampliamente denunciado, fue considerada un símbolo de los abusos del régimen hacia los menores de edad.

La liberación de Mariana fue anunciada por el Ministerio Público venezolano, que, sin entrar en detalles, informó que la joven pasó por una evaluación médica y que un tribunal acordó su liberación tras revisar su caso. Sin embargo, la noticia no fue un acto aislado, sino una respuesta a la presión de organismos internacionales y de la sociedad civil que condenaron la detención de menores durante las protestas.

El Comité por la Libertad de los Presos Políticos aplaudió su liberación, pero recordó que, a pesar de este avance, más de 48 menores de edad siguen encarcelados. La ONG destacó la valentía de la madre de Mariana y de la sociedad venezolana en exigir justicia, subrayando que la joven nunca debió haber sido detenida en primer lugar. La liberación, aunque positiva, no resuelve el problema estructural de la represión a los jóvenes opositores.

El caso de Mariana González también cobró relevancia en la arena diplomática. María Corina Machado, líder opositora venezolana, aprovechó la liberación para responder al embajador de Portugal en Venezuela, João Pedro de Vasconcelos Fins do Lago, quien había pedido a la comunidad portuguesa mantenerse “equidistante” respecto a los hechos políticos en el país.

En su respuesta al embajador, Machado calificó de “inaceptable” la pretensión de ser neutral entre la justicia y la corrupción. La líder opositora enfatizó que no podía haber equidistancia en un contexto de violación de derechos humanos y represión. Su mensaje fue claro: quien calla ante la opresión está eligiendo el lado del opresor, y la historia juzgará severamente esa postura.

Por su parte, la organización DDHH Vente Venezuela, vinculada a Machado, difundió el desgarrador testimonio de Mariana González. En una carta enviada desde la prisión, la joven expresó su profundo sufrimiento, revelando que prefería morir antes que seguir viviendo en esas condiciones. Este testimonio se convirtió en un símbolo de la cruel realidad que viven miles de detenidos en Venezuela, y de la urgencia de una acción internacional para poner fin a la represión.