El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, promete poner fin a la guerra en Ucrania en 24 horas, pero los detalles de su estrategia son inciertos. Kiev y Moscú reaccionan con escepticismo.
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha asegurado que resolverá la guerra en Ucrania en 24 horas, una afirmación ambiciosa que despierta escepticismo. Durante la campaña, Trump enfatizó su capacidad para negociar con Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky, pero hasta ahora no ha presentado un plan concreto.
La propuesta de Trump llega en un contexto donde Rusia mantiene exigencias irreductibles. Putin insiste en la retirada total de las tropas ucranianas de territorios anexados, como Donetsk y Crimea, además de la renuncia de Ucrania a unirse a la OTAN. Estas condiciones han sido rechazadas categóricamente por Kiev.
Mientras tanto, Zelensky expresó su disposición a dialogar con Trump, pero sin comprometer la soberanía de Ucrania. La administración ucraniana considera «inaceptables» las exigencias de Putin, especialmente aquellas que implican ceder territorio o limitar su capacidad de defensa.
El analista Andrés Gómez de la Torre advierte que la negociación será difícil debido a las posiciones rígidas de ambos bandos. Además, apunta que la política de repliegue global de Trump podría reducir el apoyo militar a Ucrania, lo que afectaría la dinámica del conflicto.
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Por otro lado, figuras del Kremlin como Konstantin Malofeev han señalado que Putin no aceptará ninguna negociación que no garantice concesiones significativas de Estados Unidos, incluyendo la eliminación de sanciones y la revisión de la política de apoyo militar a Ucrania.
La posibilidad de un acuerdo de paz bajo estos términos genera preocupación entre expertos. Algunos prevén que, más que una resolución definitiva, podría alcanzarse un frágil alto el fuego, dejando abierto el riesgo de conflictos híbridos y nuevas escaladas.